Capítulo 18

30 7 15
                                    

Emmelie

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Emmelie

Dos años antes

¡Oh mi Dios!

Él definitivamente estaba loco. Concedía que yo era muy torpe, pero él estaba completa y absolutamente loco.

Y lo peor era que yo tenía la culpa.

Solo a mí se me ocurría aceptar caminar de vuelta a casa sabiendo que caería la tormenta del siglo.

¿Por qué rayos hice eso?

Estaba muy ocupada admirando su rostro con esa sonrisa adorable cuando me lo propuso. Y no, no pensé dos veces antes de aceptar. ¿El resultado? Yo con litros de agua encima y montón de cosas arruinadas.

Oh. Y mi celular. ¡Mamá me iba a matar!

—¡Cuidado!

Regresé a ver a Carlos que estaba tapándose la cabeza con la maleta mojada lo mejor que podía con una cara de terror que jamás le había visto.

Intenté averiguar qué era lo que le preocupaba, pero antes di un paso más y... no había suelo.

Mierda.

Mi pie se atascó en un hueco de considerable profundidad y las leyes de la física cumplieron su papel enviándome hacia delante. Con resignación me preparé para el impacto poniendo las manos delante de mí y evitar partirme la cara, pero el impacto nunca llegó.

De alguna manera, Carlos había logrado tomar mi brazo derecho para no dejarme caer. Había tirado su maleta en algún lugar para sostenerme y su cara era el mismísimo retrato del alivio cuando lo miré. Las gotas de lluvia resbalaban por sus mejillas y su cabello estaba todo aplastado alrededor de su cabeza. La ropa pegada a su cuerpo... y me constaba que tenía un cuerpo atlético a pesar de no practicar ningún deporte. Él simplemente era tan... guapo.

O tal vez era yo idolatrándolo porque me salvó de una espantosa caída, pero lo dudaba mucho.

Él me depositó en el suelo con suavidad mientras yo me preguntaba porqué lo hacía. Lo entendí cuando punzadas de dolor me recorrieron el tobillo e hice una mueca de dolor inconscientemente.

—¿Puedes caminar? —preguntó con la preocupación manchando su voz.

Estaba segura de que moriría de dolor. Y estuve a punto de decirle que no podía hacerlo, pero luego él probablemente insistiría cargarme hasta su casa ya que estaba más cerca que la mía. Y no podía dejarle hacer eso porque quién sabe si con esta lluvia torrencial no terminaríamos presos de otro accidente.

No. Un tobillo torcido era suficiente por un día.

—Por supuesto —dije e intenté dejar en libertad mi pie, evitando que él se diera cuenta lo mucho que me dolía. Él me miró con escepticismo, pero no insistió. En su lugar, me ayudó a levantarme al mismo tiempo que recogía su mochila del suelo.

Somos tú y yo | 2 |Where stories live. Discover now