Capítulo 13

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Carlos

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Carlos

Dos años antes

La tensión se podía cortar con un cuchillo. Habíamos parado de gritarnos pero solo porque en ese instante había cosas más importantes en qué pensar.

No entendía la afición de mi hermana por escapar de casa cuando las cosas se ponían feas. Generalmente ella era la que armaba problemas aunque de todas maneras nunca pasaban a mayor cosa.

—Podría estar en la pista de skate —sugirió Sebastian mientras conducía por los lugares que Lidia solía frecuentar. Una pastelería donde vendían sus donuts favoritos. La tienda de discos de vinilo. El restaurante que mamá había abierto hace unos pocos años. La casa de su amiga Julie. No estaba en ninguno.

—No lo creo. No se llevó el skateboard —respondí. Llevábamos media hora buscándola y se estaba haciendo tarde. Andar sola por ahí a estas horas era peligroso, en especial para una niña tan bonita como Lidia. Mordí tan fuerte mi labio inferior hasta que sentí el sabor metálico de la sangre.

—No, no me entiendes —dijo con frustración. Nunca le entendía así que no era algo nuevo—. ¿Recuerdas cuando mamá le regaló esa cosa?

Pues claro que lo recordaba. Era Navidad y Lidia había estado pidiéndole a mamá el skateboard todo el año. Cuando rasgó el papel de regalo y se encontró con ese aparato, no dejó de chillar de felicidad hasta que Sebastian y yo le ofrecimos ir a probarlo al parque. Lidia era demasiado pequeña y le costaba mantener el equilibrio con la patineta quieta, así que después de toda una tarde de intentar en vano, ella se rindió y fue a esconderse entre unos arbustos que daban a un pequeño estanque natural. Sebastian y yo nos pasamos una hora convenciéndola de que no podría lograr todo al primer intento y luego terminamos hablando sobre cualquier tontería. Fue una tarde inolvidable. Desde entonces, cada vez que Lidia quería hablar con nosotros o simplemente pasar un rato observando la tranquilidad del estanque, iba allí hasta que alguno de nosotros entendía la indirecta y la encontraba.

Madre mía. Qué lentos éramos.

—¡Los arbustos! —exclamé al mismo tiempo que mi hermano cambiaba la dirección y conducía hacia el parque cerca de nuestra casa.

Antes de llegar, le pedí que parara en la pastelería para comprar unos donuts. Presentía porqué mi hermana había ido allí y creí que algunos dulces no sobrarían. Conociéndonos, quizá saliéramos de allí gritándonos, pero al menos podía intentar que la paz durara un momento.

Al llegar, casi no había nadie rondando por los espacios verdes, alguna que otra persona que apuraba el paso porque no le gustaba la soledad que se percibía en el parque. Podía entenderlo. Seguimos un sendero hasta que pudimos ver la pista de skate donde a Lidia tanto le gustaba estar y luego, nos dirigimos a los arbustos amontonados que estaban unos metros más allá.

En efecto, mi hermana pequeña estaba sentada con las piernas recogidas y apretándose el abrigo a su cuerpo para mantenerse caliente. Le di la caja con los donuts en silencio.

Somos tú y yo | 2 |Where stories live. Discover now