Capítulo 17

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Emmelie

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Emmelie

Presente

Camille LeBlanc había sido mi amiga desde que tenía quince años. Ella era muy tímida en ese entonces y cuando las fotos con mi profesor de literatura fueron esparcidas por todo el instituto, y todo el mundo me juzgaba sin saber que Ryan fue el que estuvo manipulando todo el asunto, ella fue una de las pocas personas que no le creyó.

Había pasado una semana desde que el incidente de las fotos se dio, y cada vez que abría mi taquilla tenía un montón de cartas y papeles con frases groseras, tanto que ni siquiera me atrevía a mencionárselo a ninguna persona. Estaba segura que si mi hermano o Izzi hubiesen sabido de eso, muchas de esas cartas se hubieran reducido a cenizas en pocos días, pero no le dije a nadie y ese fue un error. Esa semana había sido la peor de mi vida. Si no hubiera sido porque papá se las arregló para que me dejaran terminar el año escolar, me hubiesen expulsado.  Y yo no quería preocupar más a mi familia, así que me negué a hablar de todo el asunto hasta que nos mudamos.

Un día, me encerré en uno de los cubículos del servicio porque no creía que pudiera soportar las miradas de todo el mundo en mí sin ponerme a llorar. Entonces, escuché un grifo de agua abrirse y me quedé en total silencio porque no quería que nadie supiera que estaba escondiéndome hasta que alguien habló.

—Yo te creo, Emmelie Anders. Sé que Ryan y Nina pueden ser muy crueles cuando se lo proponen y no se lo deseo a nadie.

Me compuse y abrí la puerta tímidamente para ver a una chica de cabello color carbón y piel pálida pecosa. Ella me devolvió la mirada a través del espejo sucio. Me acerqué con mi cara en blanco y tranquila, como si no estuviera pasando por el peor momento de mi vida.

—No sé de qué hablas.

—No hemos cruzado más de cinco palabras desde que llegaste al pueblo, pero de verdad sé que no eres todo lo que ellos dicen. Y si quieres, puedes contar conmigo para lo que sea.

La miré con desconfianza. Últimamente no me fiaba de nadie en el instituto, a menos que fuera mi propio hermano el que me hablaba.

—No te creo —dije directamente.

Ella enarcó una ceja.

—No te he pedido que lo hagas.

Desde ese momento hasta que terminamos el curso, a pasitos de tortuga nos hicimos más cercanas. Cuando estaba en el aeropuerto, ella me dio su número telefónico para seguir en contacto y me hizo prometer que llamaría en cuanto aterrizara. Su error fue confiarme a mí la tarea porque de algún modo logré perder el teléfono en el trayecto hacia la nueva ciudad. Y no pude contactarme con ella hasta que Carlos me enseñó a usar redes sociales como Instagram, Skype o Twitter.

Cuando encontré a Camille, tardó un rato en perdonarme por mi larga ausencia, pero lo hizo.

Ahora, tres años después de conocernos, nuestra amistad era mucho más fuerte. Después de todo, logró sobrevivir a tres años de tiempo y miles de kilómetros de distancia. Eso era bastante, ¿no?

Somos tú y yo | 2 |Where stories live. Discover now