Close to you [You #1] - ( ☑️COMPLETA)

Capítulo 35

Maratón Final

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Leire

Repiqueteo mis dedos sobre la mesa. He dejado de escuchar desde que la profesora de investigación lo ha pronunciado, solo puedo enfocarme en cómo parece que el mundo ha ralentizado su marcha, inclusive puedo escuchar la respiración de mis compañeros cercanos. Bendt parece ido.

Nos quedan tan solo unos días antes de la entrega de la última parte del proyecto.

— Sé cuán capaces son cada uno de ustedes, veremos quiénes, con sus ideas ingeniosas, logran sorprender al jurado.

El salón ha quedado en completo silencio.

No a todos les interesa, un parte solo lo quiere por el prestigio que dará alcanzarlo y luego están la minoría que realmente lo necesita.

La clase concluye con el sonido de arrastre de las mochilas.

Lo veo levantarse con cansancio, eso no evita que me dé una sonrisa ladeada.

— ¿Qué tanto me miras?

— Es que eres muy feo. — arrugo la nariz dando énfasis a mis palabras.

Alza las cejas antes de rodear mi cintura encaminándonos fuera del salón.

— Tan feo no soy. — si bien hay una gran multitud de estudiantes conversando o solo saludándose no dudan en abrirse al percatarse que vamos en medio. Puede que se vea influenciada por mi reputación, nadie quería meterse en problemas, y ahora eso incluía a Bendt. — Al menos ese grupito que me está haciendo ojitos dice lo contrario.

De inmediato me giro hacia el dichoso grupo que realmente está mirándolo entre cuchicheos. Les lanzo la mirada más mordaz que puedo hacer consiguiendo que se callen y se dispersen.

— Eso fue aterradoramente efectivo.

— Se dice de nada. — digo con voz dulce.

— Debo estar mal de la cabeza para pensar que eres adorable.

Le saco la lengua.

La verdad era que lo había notado un tanto extraño estos días. Era él quien se queda observando por un largo tiempo antes de apartar y sacudirse la cabeza. No lo entendía.

Traté de que me comentara que tanto pensaba, solo conseguí que me distrajera besándome y luego recalcándome que no era nada de lo que debía preocuparme.

No podía obligarlo a decirme, la curiosidad me carcomía, pero prefería que fuera él quien diera el primer paso.

Me despido asegurándole que almorzaremos juntos. Era curioso, desde esa primera vez comiendo con nuestros amigos, se había vuelto como parte de una tradición hacerlo siempre, tanto que ahora extrañaba si alguno de sus amigos o de las gemelas no estaba en la mesa.