Capítulo 16

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Pasaron varias horas y todavía no había pista alguna del paradero de Sofía, la desesperación, la frustración se estaban haciendo presentes en Damien pero él no lo demostraba porque debía estar centrado y cueréente ante la situación. Max y Mary se percataron de ello pero optaron por no decir nada y era lo mejor que podían hacer en ese momento.

Mientras se preparaban para irse en eso llegó Helena quien vestía un vestido negro de la parte superior y la inferior era blanca y llevaba puestas sandalias de cuero cómodas. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que Sofía no estaba, arqueó una ceja e inmediatamente Mary se percató y dejó lo que estaba haciendo para ir a hacia Helena.

—Helena, pensé que te habías ido.—Helena negó con la cabeza.—Vine porque me enteré de lo ocurrido. Y además vengo a ayudar en lo que pueda.

—Gracias, Helena. Lo aprecio, enserio.—Hablo Damien aproximándose.

—Delo por hecho Majestad.—Habló Helena decidida.

—Necesito que te quedes a cuidar el castillo con todas las brujas blancas disponibles para evitar que cualquier intruso venga aquí a atacar y si vienen mis hombres estarán a tu disposición.

—Descuide, haré lo que esté en mis manos para proteger este lugar. Ustedes vayan con calma, nadie logrará entrar aquí aunque eso me cueste la vida.—Helena habló decidida.

—Vámonos ya o perderemos el vuelo.—Habló Max ya listo.

Mary y Damien asintieron en respuesta y se fueron en camino al aeropuerto con Max. Se despidieron de Helena quien les deseó suerte y los bendijo de cualquier mal que se les cruzara en el camino.

(***)

Mientras tanto Sofía estaba en la misma habitación viendo pasar el tiempo, estando aburrida comenzó a entonar una canción inventada por ella para matar el tiempo, mientras estaba sentada en la cama mirando al techo que era igual blanco como todo lo que había a su alrededor.

En fin, después de tanto cantar se levantó de la cama y se dedicó a inspeccionar su nueva habitación que eran tan aburrida como todo lo que había fuera de ella como pudo notar cuando salió la primera vez.

Miró su brazo y todavía dolía así que hizo uso de su magia para sanarlo, cuando lo sanó sintió un gran alivio, ya no dolía y podía moverlo con libertad absoluta. La herida de su frente también la sanó, los moretones no pudo hacer mucho porque estos apenas le permitían moverse pese al dolor que sentía no lo demostraba.

Trató de recordar cómo había sido secuestrada y cómo es que nadie se había percatado de ello, es más por qué nadie escuchó nada, le pareció extraño pero no le sorprendía en absoluto todo lo que los Cazadores Nazi podían hacer para conseguir lo que deseaban y más tratándose de ella. En eso entró Walter quien traía un uniforme del mismo color como él traía puesto debajo de su brazo derecho y en el otro botas hechas a medida, Sofía lo miró con indiferencia y no dijo nada.

—Ten tu uniforme y póntelo, rápido. Tienes trabajo qué hacer.—Sentenció y después salió para dejarla sola.

Vio el uniforme sobre su cama y suspiró pesadamente pesando en que otra vez tenía que volver a usar ese maldito uniforme que la hacía sentir tan miserable y una de ellos, pero sobretodo culpable por haber sido controlada y usada para matar.

De malas se puso el uniforme, cuando terminó lo miró un momento y sintió ganas de vomitar de la vergüenza que estaba sintiendo. La chaqueta, las insignias, el pantalón ajustado, el cinturón, las botas, todo en general la hizo sentir asco y repudio. Peinó su cabello en una coleta de caballo decente quitando la sangre con magia para no asustar a nadie o al menos deseaba asustar a alguien para después huir.

Entró Walter otra vez y miró de pies a la Duquesa de pies a cabeza, sonrió satisfecho por haber elegido ese uniforme que acentuaba sus caderas y cintura apetitosas que deseaba tocar con sus dedos. Sofía lo miró con desdén y asco, pero a este no le importó en lo más mínimo. Sabía cómo era ella y podía tenerla a su merced si él lo deseaba así.

—Ven aquí, acompañe. Tienes que entrenar a los novatos y tú eres la indicada para ese trabajo.—Sofía caminó rodando los ojos lanzando un largo suspiro lleno de odio y desprecio.

Caminaron por el largo y amplio pasillo hasta llegar al cuarto de entrenamiento que Sofía consideraba como 'El Cuarto de la Tortura' porque desde el primer día que estuvo ahí vio con sus propios ojos como muchas brujas blancas y hechiceros murieron siendo torturados durante entrenamiento en artes marciales combinado con magia. Era horrible de ver, por fortuna para ella tenía el conocimiento suficiente como pelear a la par con su magia.

Ella, otros hechiceros y brujas, fueron los pocos afortunados que lograron salir con vida de aquellas torturas que los dejaban en cama hasta por dos semanas y no era broma, aunque uno deseara que así fuera. Pero no era así.

Llegaron al lugar en poco tiempo, lo que vio al entrar la hizo sentir impotente, jamás había sentido tanta impotencia desde que era una adolescente, esa vez era la excepción. Ver al grupo de brujas y hechiceros bajo su cargo era aterrador porque ella debía entrenarlos y enseñarles, pero lo peor era que si alguno no cumplía con las expectativas... tenían que ser torturados hasta cumplirlas. Si morían era mejor para ellos, pero para ella era... triste y horrible de ver. Respiró profundo y mantuvo una mirada neutra, no mostró miedo, no mostró ansiedad por salir corriendo de ahí porque si lo hacia ella sería sucumbido al veneno y quería eso.

Estando ya en el cuarto de entrenamiento, Walter miró a los novatos con severidad y además de tener altas expectativas en ellos, sobretodo en la persona que tenía que entrenarlos.

—Novatos... ella será su entrenadora a partir de hoy. Seguramente sabrán quién es y sino... se los diré.—Se tomó un momento.—Ella es Sofía o más bien conocida como... 'Dark Woman', aquella que sólo posee oscuridad en su alma y no teme demostrarlo.

Los presentes sintieron miedo, Sofía podía verlo en sus ojos estaban aterrorizados, ella lo entendía perfectamente aunque siendo ahora una adulta no podía simplemente demostrarlo tenía que ser fuerte y no dejar a la luz sus emociones. Walter se retiró y cerró la puerta pero antes advirtió a Sofía que la tenía vigilada y que no intentara nada estúpido.

La Duquesa se había quedado sola con el grupo, respiró profundo y simplemente habló con una voz neutra y calma tratando de asustar a los adolescentes.

—Como ya saben... me llamo Sofía o la 'Dark Woman', como sea.... el punto es que a partir de hoy yo seré su entrenadora. Lo principal que deben saber es que cuando se combate con magia es... primero: el control y el balance. Cuando un hechicero o bruja pelea hacen uso de sus poderes en combinación de las artes marciales, pero sino tienen el control y sobretodo el balance... su misma magia va contra ustedes y en el peor de los casos terminarían muertos. Segundo: Jamás se dejen llevar por sus emociones y sentimientos. La magia irá contra ustedes consumiéndolos y dejando únicamente... nada. Y por último: Nunca, nunca... confíen demasiado en la magia, confíen en ustedes mismos y en sus habilidades y fortalezas, porque muchas veces la magia se puede agotar como un lago... entre más agua usen esta se agotará más rápido. ¿Entendido?—Habló Sofía con seriedad.

Todos acataron y comenzaron a entrenar, Sofía los fue guiando y enseñando manteniendo un control y balance constante, muchos de los novatos la reconocieron como la Duquesa y esta les hizo guardar silencio. Los novatos estaban aliviados porque ella estaba ahí y además de que encontraría la forma de sacarlos de aquel lugar tan siniestro. Y Sofía rezaba porque llegara la ayuda cuando supieran que ella había desaparecido.

La Duquesa De Edimburgo Where stories live. Discover now