Capítulo 13

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Su alma vagaba sin rumbo alguno, condenada a vivir como un alma en pena el resto de la eternidad... 600 años pasaron y para ella parecía que el tiempo se había detenido, lamentaba tanto el hecho de haber matado a su amado Stefan en un momento de ira. Ese era su único lamento y nada más.

Aunque deseaba la paz sabía que no le sería posible porque había hecho mucho daño, gobernó una tribu y ciudad como una tirana, que le importaba poco la vida de otros e incluso de las personas que alguna vez le importaron.

Annabella, solo anhelaba vivir en paz y pedir perdón a cada bruja que le arruinó la vida por culpa del dolor que sintió en su corazón y que ellas pagaron injustamente, aunque ya no podía hacer nada aún así deseó de todo corazón que todas las brujas blancas que fueron marcadas por la "Estrella de la Lealtad" que ella misma creó y se marcó así misma con ella y que otras generaciones de brujas heredaron, fueran felices y que no se dejaran vencer por la marca que ella creó en un momento de dolor y duelo.

Sus pecados la llevaron a la soledad y a la misma muerte, pero después de la muerte jamás obtuvo la paz porque la diosa Luna enfurecida con ella la sentenció a vivir como un alma en pena durante toda la eternidad a menos de que una bruja blanca de un corazón puro, valiente y sincero le otorgara la paz absoluta.

Pero pasaron 600 años de eso y todavía no obtenía nada, incluso pensaba que dicha bruja blanca había muerto por culpa de su marca.

Annabella era la mismísima representación de lo que era un alma pena, su piel y sus ropas eran tan blancas y pálidas que apenas eran casi inexistentes a excepción de su cabello que era negro y lacio como la oscuridad de la noche, al igual que sus cejas y pestañas, sus ojos eran cafés pero con sutil destello de verde esmeralda en ellos, sus facciones eran tan delicadas iguales a las de un ángel, era sumamente delgada. Su mirada mostraba arrepentimiento, dolor, tristeza, agonía, anhelo, entre otras, pero sobretodo mostraba una enorme tristeza.

Aunque era hermosa su aura provocaba miedo, escalofríos y demás, nadie podía mirarla a los ojos porque ella escapaba enseguida de quien la mirara, rara vez se dejaba ver, la última vez que alguien la vio a los ojos esa persona salió muerta del miedo del bosque y era un simple adolescente que se le había hecho fácil ir a dar una vuelta al bosque.

La ExDuquesa sabía que tenía bien merecido dicho castigo, pero a la vez se preguntó tantas veces... ¿Qué habría pasado si nunca hubiese hecho lo que hice? Tal vez hubiese... rehecho su vida en otro lado alejándose de todo y de todos, perdonar a Stefan en algún momento, darse otra oportunidad en el amor...

Pero por algo no hizo nada de eso, aunque lo pensó en su momento en que tuvo depresión un par de días después de haber descubierto a Stefan con otra mujer.

Aveces se llegó a preguntar si realmente Stefan la amó tanto como le había hecho creer durante el tiempo que estuvieron juntos, aunque fue corto aún así fueron buenos tiempos en los que ella fue feliz, sonreía, reía y demás.

—Helena... tenía razón... herí a mucha gente inocente a causa de mi dolor y rabia...—

Miró su brazo derecho en donde tenía la marca de la "Estrella de la Lealtad" y comenzó a llorar y gritar frenéticamente, cayó de rodillas al suelo, el cielo estaba completamente gris, gritaba y lanza rayos y relámpagos a todas direcciones, el aire era frío y cortante, el ambiente era tenso, se podía sentir el inmenso escalofrío que recorría la espina dorsal de cualquiera que estuviera ahí.

Annabella volvió a gritar y llorar con más fuerza, hasta que cielo la acompañó en su agonía. Después de eso se calmó y recitó un encantamiento que jamás pensó que recitaría en su vida, pero que era necesario para aliviar algo de culpa y también compensar a las brujas de Edimburgo.

"He pecado, he matado, he maldecido, he atentado en contra de la vida, nada borrará lo que hice, sólo el presente y el futuro pueden ser cambiados, el pasado es pasado, nada de eso cambiará... pido y ruego perdón a mis antepasadas y antepasados, a mi actual descendiente también le pido perdón y deseo que su felicidad sea mayor y un hecho como tal...

Doy mi alma y espíritu a cambio como ofrenda de mi arrepentimiento y también como pago a todas mis ofensas y acciones pasadas..."

Terminó de recitar el encantamiento y su alma se liberó un poco pero no lo suficiente, aunque sí sintió alivio y un poco de menos culpa.

Siguió vagando sin rumbo en el bosque oculta entre las sombras observando todo lo que cambió cuando ella todavía seguía viva, sonrió un poco y pensó que finalmente una nueva era daría inicio y sería un nuevo comienzo para todos los seres vivos.

(***)

Mientras tanto Sofía despertó y sintió un extraño alivio en su corazón, vio su brazo y se dio cuenta de que la "Estrella de la Lealtad" nunca volvería a estar en su piel y en su vida.

Miró al hombre de su vida quien estaba durmiendo tranquilamente, pensó que era afortunada por tener a alguien como él en su vida. No podía imaginar una vida en la que no estuviera Damien con en ella.

Se acurrucó con él en sus fuertes brazos protectores y después le dijo lo siguiente al oído:

—Te amo...—Sofía se durmió y Damien le dio un beso en la frente, y siguió durmiendo recordando lo que su 'Compañera' le había dicho.

(***)

A la mañana siguiente mientras todos desayunaban y conversaban, Helena llegó al comedor con una enorme sonrisa en su rostro, tomó asiento a la derecha de Sofía después de haber saludado.

—¿Por qué tan feliz?—Preguntó Damien.

—En la madrugada hubo un avistamiento y según mis fuentes, al parecer era Annabella.—Todos en la mesa incluyendo a Max y Mary estaban sorprendidos.

—Es una buena noticia, sólo falta encontrarla en un punto en específico para dar con ella.

—Cierto, pero habrá que planearlo con cuidado.—Habló Sofía.

—Concuerdo, pero no irás sola Sofía.

Sofía rodó los ojos en respuesta.—Damien... conozco el bosque perfectamente, todas las brujas de Edimburgo lo conocemos bien, no habrá nada de que preocuparse.—Damien gruñó del disgusto.

—Estoy de acuerdo no irá sola. Iré con usted.—Dijo Mary decidida y la Duquesa asintió.

El Beta y el Alpha gruñeron del disgusto mirando a sus 'Compañeras' con total desacuerdo.

—Estaremos bien, además necesito que alguien se quede en el castillo y así poder ir tranquila.—Sofía miró a Damien con una sonrisa y este suspiró rendido.—Está bien... irán. Pero Helena irá con ustedes.—Helena asintió en respuesta cuando la miraron.

—¡Gracias! ¡Te amo!—Exclamó Sofía dándole un beso en la mejilla a Damien quien sonrió triunfante.

—¿Por qué nunca me das un beso y me dices que me amas?—Dijo Max reprochándole a Mary y esta rodó los ojos en respuesta.

—Te amo, mi saco de pulgas.—Dijo Mary con una sonrisa burlona. Todos se rieron a excepción de Max quien gruñó enojado y sonrojado.

La Duquesa De Edimburgo Where stories live. Discover now