El Club de Corazones Rotos

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Glosario para este capítulo:
T/N: Tu Nombre
P.O.V: Punto de Vista
N/A: No Disponible.

"Estimado/a/e t/n.

Estos días han sido muy difíciles por tu ausencia, y la compañía del nuevo caballero... No me es del todo agradable como la tuya.

¿Podrás volver pronto? ¿Cómo van tus heridas? Espero que nos encontremos dentro de poco tiempo.

Aunque también supe que tu recuperación está teniendo lugar en la aldea Sheikah, seguramente necesitarás tiempo para conectarte de nuevo con tu gente.

-Zelda"

"Querida amiga.

Mis heridas están mejorando aunque no puedo montar a caballo aún.

Estoy contando con la compañía de Impa y Rael, están haciendo lo mejor por instruirme para poder ejercer el nuevo trabajo que tu padre me ha asignado.

He conocido muchas cosas nuevas de esta generación Sheikah y ellos han aprendido mucho de mí, sin duda ha sido muy interesante.

En cuanto a Link, se que no habla mucho, y es alguien muy callado. Pero te aseguro que puede confiar plenamente en él, dale una oportunidad, tengo la seguridad de que se llevarán bien si le da tiempo.

Yo también espero volver a verte Zelda, aunque lamento profundamente no haber podido atender el festival contigo.

Que las diosas te escuchen para que nuestra reunión sea pronta.

-T/n"

Tras escribir la carta, volteé con Cajeta, el águila mensajera que Rotver me prestó y se encontraba descansando sobre una de las lápidas del cementerio, coloqué la carta en la pequeña mochila que poseía.

Lo tomé con cuidado -Bien, ve al castillo de Hyrule- susurre, alcé al ave que inmediatamente emprendió vuelo hacia el cielo del mediodía.

Miré a mi alrededor, me hallaba en el cementerio de la aldea donde un frondoso césped predominaba el área, las lápidas eran varias piedras ovaladas de distintos tamaños, en cada superficie rocosa se podía ver un nombre tallado.

Iba ahí seguido pues según la jefa Nera, una de las primeras tumbas fue la de mi padre.

Si era verdad o no: sentía que estaba conmigo.

Deje un par de flores blancas y rosas frente al conjunto de piedras para luego poner la carta de Zelda en mi alforja, me senté y vi el paisaje que se extendía después del cementerio, podía ver el castillo de Hyrule alzándose de manera imponente en el horizonte, ese sería mi hogar después de terminar el entrenamiento.

Aún cuando era mucho más de lo que otros poseían, yo deseaba un hogar que me diera más sensación de libertad que un montón de muros, pasillos interminables y habitaciones, pero también tenía disposición en darle la oportunidad a ese nuevo estilo de vida.

-Supe que estarías aquí- escuche, alce la cabeza, se trataba de un Sheikah con largos cabellos blancos, de rasgos finos y ojos violeta, el poeta de la corte real pero también era una especie de maestro en cuanto a los secretos de la corona.

-Rael, hola- saludé mientras él se sentaba a mi lado y me extendía una manzana - Le di una a Ordon mientras venía para acá, no se si sea un caballo, parece más bien un guardia real- decía con sorna.

Reí un poco, pase la manzana entre mis manos jugueteando y solté un suspiro -Hoy aprenderemos dos nuevas canciones, las más importantes de todas- empezó a decir ahora, rápidamente comí la manzana, guardé el corazón en mi bolsillo y limpie mis manos restregándolas en mi camisa.

[COMPLETADO] Durmiente +Revali x Lector/a + Donde viven las historias. Descúbrelo ahora