14. CATORCE

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Malia Tate vió un gran edificio con columnas de color marfil y techo elevado cuando Lydia detuvo el coche de su madre en el aparcamiento del frente. Desde su lugar lucía bastante aburrido, por lo que pudo imaginarse que dentro sería mucho peor.

Ella estiró las mangas de su abrigo debido a la frialdad que el día húmedo traía consigo, y suspiró, mirando a la rubia fresa a su lado.

—Creí que habías dicho que íbamos a investigar sobre el Nigromante.

—Y a eso vamos —le dijo ella, echándole un ojo a su reflejo en el espejo retrovisor— ... en la biblioteca.

—¿Por qué íbamos a necesitarlo?

—Por algo llamado recopilar toda la información que sea necesaria.

La castaña hizo una mueca de desagrado:

—Para eso ya existe el internet en casa —tras escucharla, Lydia entornó los ojos, sacó su paraguas y abrió la puerta.

Como llovía, la biblioteca estaba un poco más llena de gente que de costumbre. Algunas trabajadoras estaban colocando libros en su lugar y ordenando los estantes cuando las vieron atravesar la puerta. Malia se quedó quieta, observando como todos las escaneaban con fijeza, como si estuvieran juzgándolas en silencio.

Jamás se acostumbraría a ser el centro de atención, ni siquiera en situaciones tan normales como esa. Por lo que Lydia tuvo que tomarla del brazo y obligarla a caminar para escapar de su repentino pánico escénico.

Aquel sitio tenía un sistema automatizado, de modo que la gente podía buscar los libros sin ayuda, pero algunos no lograban aclararse muy bien con él. Además, siempre había quien tenía preguntas sobre las nuevas tarifas, o quien necesitaba reservar algún libro, o en el caso de ellas, que apenas podían arreglárselas sin llamar la atención, escaparse para registrar viejos archivos en las computadoras.

—¿No te parece raro que todos nos estén mirando? Es decir, es como si fuéramos un foco incandescente —habló Malia, sintiendo un leve escalofrío que la hizo mirar por encima de su hombro.

Lydia, a su vez, tecleaba con una velocidad increíble sin siquiera mirar hacia el teclado. Sus manos se movían rápidamente, como rayos, mientras que sus ojos absorbían todo lo que miraban en la pantalla.

Esto provocó que los labios de su amiga se arrugaran, preguntándose si habría mucha diferencia entre ella y un robot en esos momentos.

—Algunos ya deben de habernos reconocido como dos de los chicos problemáticos que estaban en la comisaría hace algunos años —respondió mecánicamente, sin siquiera voltearse a mirarla.

—Pues, vaya memoria se cargan.

—Solo ignóralos. No les durará mucho.

—Es bastante difícil hacerlo cuando sientes el peso de sus ojos dándote escalofríos en la espalda —volvió a protestar, como si solo estar allí estuviera acabando con su paciencia— ¿Has encontrado algo?

SHADES ━━━ teen wolf ✓Where stories live. Discover now