Hay pasión.
Hay amor.
Jaden se sacrificó por Jessica.
Jessica se sacrificó por Jaden.
Hacen lo que sea uno por el otro.
Porque son su debilidad. Nuestra debilidad.
Así somos nosotros.
Todo se desmoronó. Esta vez ninguno de los dos tomó una decisión...
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Jaden Tramblay
—¡Ahí están! ¡Te dije que veríamos ardillas!
Jess y Peter corren para ir a darles nueces. No puedo evitar sonreír.
—Lo admito. Jessie es una chica genial— dice Erik a mi lado, yo no aparto mi vista de la sonrisa de mi chica— Antes la veía como una niña caprichosa que había que estar cuidando, pero es una guerrera.
Asiento— Si, lo es.— frunzo el ceño y me giro a verlo— Pensé que no te agradaba.
—Antes no, pero después de anoche si. No lo voy a admitir con ella, pero me agrada.
—Eres un maldito orgulloso.— digo divertido negando con la cabeza.
—Aunque si es verdad que habla como un loro. ¡Es que no calla!
Asiento— A mi eso me gusta.
—Si, es que a ti te gusta todo de ella.
Trago grueso, de pronto sintiendo que en algún momento tuve una conversación muy parecida con Fredd. Sin la parte de los insultos hacia Jess, claro.
—Iré a comprar algo— digo y sin dejar que responda nada me doy media vuelta dirigiéndome a un carrito. Compro un algodón de azúcar, le pago el dinero al señor y luego me dirijo hacia Jess.
Ella se pone en pie y camina un poco hacia mi al darse cuenta que iba donde ella.
—Ten. Perdón por quedarme dormido anoche mientras me hablabas— me disculpo y ella me sonríe con sus mejillas sonrojadas.
—Gracias.— responde tomando el algodón de azúcar.
—¡Ugh! ¡Eres un idiota, Erik!— grita Leila, Jess y yo nos giramos a verlos.
—¿¡Y ahora qué hice!?
—¡Nada! ¡Nunca haces nada, es exactamente eso!
—¿¡Pero qué...!?
—¡Cállate! ¡Cállate, cállate!
—¡Estoy callado!
—¡Déjame en paz, joder!
—¡Si eres tu la que empezó a gritar! ¡Estás loca!
Leila suelta un bufido y se larga con su hermano.
—Por eso no me gustan las mujeres— dice Peter apareciendo a nuestro lado, Jess lo mira molesta.
—Si, buena escapada, Peter— suelto en broma, pero Jess también me mira mal y además me empuja. Sin poder evitarlo suelto una pequeña risa— Es broma. Jess no es así, ella nunca se enoja de la nada o llora de la nada, menos aún cuando está con el periodo, ahí si que no.— suelto sarcásticamente hablando.
—No me molestes— pide como si estuviera cansada. La acerco a mi y dejo un beso en su cien.
—Podríamos ir a la estatua de la libertad— dice Erik acercándose a nosotros, los tres miramos a Peter, quien está con un gorro de "I LOVE NYC", lleva una replica miniatura de la estatua de la libertad y además, un mapa enorme de la ciudad.
