Hay pasión.
Hay amor.
Jaden se sacrificó por Jessica.
Jessica se sacrificó por Jaden.
Hacen lo que sea uno por el otro.
Porque son su debilidad. Nuestra debilidad.
Así somos nosotros.
Todo se desmoronó. Esta vez ninguno de los dos tomó una decisión...
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Jaden Tremblay
¿Recuerdan las veces que he expresado la forma en que se me hace imposible decirle que no a cualquier cosa que Jess diga?
Pues aquí me encuentro otra vez, echando unas maletas al auto a las seis de la madrugada.
—Aunque haya pasado hora y media desde que decidimos hacer este viaje, ya lo tengo todo planeado— dice Jess sonriente.
—Debo admitir que me emociona hacer un viaje por simple placer los dos solos.
En cuanto dije la última palabra supe que hablé demasiado pronto.
—¡Hola, familia!
Escucho la voz de Erik a mis espaldas y ruedo los ojos.
Jess y yo nos giramos y vemos a Erik, Leila, Dan y a Peter con sus maletas.
—¿Pero qué mier-
No termino de hablar porque Peter me interrumpe.
—¡A Nueva York, carajo!
—¡A Nueva York!— suelta Jess emocionada a abrazar a su amigo.
Genial.
—Fue un poco extraña tu forma de invitarnos, pero ya ves como la aceptamos— me suelta Erik acercándose con una sonrisa.
Asiento—Si, fue extraña porque no fue una invitación. ¿En qué parte de "Cúbreme porque viajaré a Nueva York" entendiste que quería que vinieran con nosotros?— le pregunto mientras Jess, Dan, Leila y Peter planean un montón de cosas a unos metros.
—En la parte de que amo Nueva York y estoy intentando algo con Leila, así que no la iba a dejar sola y Leila y Dan vienen en paquete, así que se unió, como bonus Peter se quedó acompañando a Leila anoche, así que lo invité.
—¿Peter se quedó acompañando a Leila?
—Si...
Frunzo el ceño— ¿Por qué?
—Porque Leila se sentía mal... es todo lo que diré al respecto.
—Erik, ¿Qué le hiciste?
—¡Nada!... literal.
—¿Qué quiere decir eso?
—¡Nada! ¡Hora de ir a la gran manzana!— grita dirigiéndose al auto.
Literalmente el auto parece cualquier cosa. Somos seis personas y el auto tiene capacidad para cinco, además Leila, Jess y Dan trajeron maletas como si nos fuéramos a vivir a Nueva York y solo serán cuatro días, seis contando las horas de viaje.
A pesar de que Jess dijo que conduciría, la he visto con sueño, así que preferí ofrecerme yo. Jess se sienta a mi lado en el copiloto y luego observo divertido por el espejo como los demás intentan acomodarse en los asientos de atrás con todo el espacio que ocuparon las maletas.
