Elaine es una escritora que se esconde en el mundo del anonimato, las letras fueron lo único que le quedaron después de esa trágica noche que ella lucha por olvidar.
Deneb es un estudiante de arte que sueña en algún día convertirse en uno de los má...
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No había podido conciliar el sueño, el recuerdo de lo que había pasado en la biblioteca me perseguía cada vez que cerraba los ojos, sus mejillas sonrojadas y sus labios rojos que me hacen delirar no salían de mi cabeza, al igual que su mirada desbordante de placer y lujuria.
Nunca imaginé que en ese sentido Elaine fuera tan desinhibida y me encanta que tome las riendas y se sienta segura con lo que hace, eso la vuelve aún más atractiva. Ver nuestro pasado y compararlo con el presente es un avance muy grande, ¿quién imaginaría que todo se daría así?
Estaba seguro de que Elaine no sería alguien fácil de arrancar de la piel y la mente cuando ya la tenía más que impregnada dentro de mi ser, me cautiva, me enamora y me tiene como un idiota cada vez que la miro, no tiene sentido seguir negando algo más que evidente.
Mi celular vibra dentro del bolsillo de mi pantalón anunciando una llamada entrante, deslizo el botón verde hacia arriba contestando la llamada.
—Elaine ya va para allá —dice Camille poniéndome más ansioso.
—Gracias, en serio, Camille.
—Ya me estoy arrepintiendo, solo porque de verdad noto que quieres mucho a Elaine hago esto, ella se merece todo —responde con un tono serio.
—¿Ella te importa mucho, verdad? —digo mordiendo mi mejilla interna.
—Claro que lo hace, quiero su felicidad y si no lo es conmigo haré todo lo posible para que lo sea con alguien más.
—¿Ella sabe que le gustabas? —cuestiono con curiosidad.
—Sí, lo sabe, aunque... bueno ya sabes mi corazón lo sigue procesando —contesta, pero me sorprende es que no lo haga con el mismo tono animado y burlón que siempre tiene en su voz, esta vez suena más afectada de lo quiere aparentar.
—¿No te molesta que yo esté con ella?
Aunque no tengo planes de separarme de Elaine, noto lo mucho que Camille la aprecia. Ese día en el bar después de darme cuenta que sus miradas no eran sólo con intenciones de amistad, se lo pregunté y ella me lo confesó a la mañana siguiente.
—No soy una persona inmadura para estar haciendo berrinches o tratar de arruinar su relación, entiendo que ella te elige a ti sobretodo y como su amiga me queda alentarla y apoyarla porque ella también lo hace y eso es lo que importa.
Asiento comprendiendo, aunque ella no pueda verme. Admiro su madurez —Sé que Elaine se merece todo y no pienso darle menos —le aseguro —. Y tú, Camille, ojalá alguien llene ese solitario corazón.
—No sirvo para el amor, pero no entremos en detalles. Suerte y lúcete —dice pícara y casi puedo adivinar que se encuentra guiñando el ojo detrás de la pantalla.
—Gracias, prometo cuidarla.
—Sí, sí tampoco soy su madre, usen protección y no regresen temprano —sugiere riendo.
