Capítulo 11.

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Celeste miro a los sirvientes que estaban frente a ella. Había atrasado su entrega por lo que ocurrió en la gala. Había de diferentes edades, desde niñas de 14 años hasta hombres de 60. Muchos de ellos era squibs, provenían de familias sangre pura, ubicadas en cualquier parte del mundo.

Los sirvientes sentían temor, todos sabían que la reputación de Celeste Black, una genocida que tenía negocios con Lord Voldemort. No era un secreto para nadie que la chica era una de la más peligrosas y letales que pisaban la tierra, juntando los dos mundos, tanto el mágico como el muggle.

- Bien – hablo por fin Celeste, con voz gélida – Os repartiréis en las diferentes áreas de la mansión. Tenéis cama, comida y ropa en vuestras respectivas habitaciones. No me molestareis bajo ninguna circunstancia, a no ser que sea estrictamente necesario. Tendréis sueldos para poder satisfacer vuestras necesidades básicas. No quiero que salgáis cuando los mortifagos estén aquí y si os veo fuera, os meteréis en serios problemas conmigo. No olvidéis que sois squibs, y que los mortifagos son muy prejuiciosos. – Tomo una pausa y se encendió un cigarrillo sentándose en una silla – No meteréis vuestras narices en mis asuntos. Me da igual lo que oigáis, me da igual lo que veis, lo que pasa en la mansión se queda en la mansión. Si por alguna razón tan solo pensáis en traicionarme os matare sin piedad alguna. Y lo más importante, no entréis a la habitación de mi padre, porque si lo hacéis, automáticamente estaréis muertos. Ahora a trabajar –

Ella estaba mucho más irritante de lo normal, Celeste nunca fue una chica demasiado amable, pero con los recientes acontecimientos su humor empeoro aún más; sus prisioneros lo pueden afirmar sin duda alguna. Se alejo de los sirvientes y fue hasta su despacho. Kathya parecía no mejorar, aunque Regulus comenzaba a mover un poco sus manos, solo era cuestión de tiempo.

El 1 de septiembre debía volver a Hogwarts. Pese a que era una ex convicta, Dumbledore quería tenerla vigilada por lo que pudiera ocurrir. Su imagen estaba limpia, pero las bocas siempre hablaban.

Se cambio y se puso un traje negro, tenía reunión de mortifagos. Lo cierto es que cada vez estaba más desquiciada, mataba por puro placer, pero en su defensa tenía que decir que desde lo que su padre e hija ha estado sola; Lucifer estaba viajando encontrando soluciones, claro que por ahora no ha conseguido ninguna.

Bajó al sótano donde se encuentra la familia Pucey, a excepción de Adrián, a quien le ha borrado todos los recuerdos y ahora se encuentra en una habitación de la mansión atado a una cama. Él era un violador, y aunque ella y él eran compañeros de casa, no tenía piedad ninguna. Podría torturarlos, pero se estaba esperando, Lorenzo quería hacerlo y ella no le quitaría esa satisfacción.

Subió las escaleras y cuando llego al final miro el cuadro de su familia. Ella echaba de menos al Kathya y a Regulus, al igual que el dóberman, quien parecía no querer estarse quieto. No era una chica que tuviera demasiada conexión con los animales, de pequeña había torturado a alguno que otro.

Se sentó en la larga mesa con un cigarrillo entre sus manos y un vaso de Vodka en otra, el alcohol se había convertido en su mayor confidente. Sus ojos estaban fijos en un punto fijo, se sentía perdida y odiaba ese sentimiento tan desagradable.


Hace 4 años.

(Mansión Black).

Una celeste de 14 años entro a la mansión Black por primera vez tras la partida de su amado padre. No estaba bien, ella nunca fue una chica demasiado dulce o amable, pero últimamente se sentía aún peor, su mal humor era insoportable, por lo que por decisión propia opto por irse a su propia mansión para no ser una molestia para nadie.

The angel of death [# 2]Där berättelser lever. Upptäck nu