Escapada

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❝Nos queremos cuando nadie ve❞

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Sus aficiones no eran demasiado extravagantes (si no contamos su ludopatía en el casino, claro está). Él podía sentirse bien, divertirse y expresar un poco de su fuero interno, por ejemplo, a través de la música.

Bianca Carlota Gambino se encargó de dejar en su hijo la pasión por el piano, entre otras cosas. Ambos amaban el color verde, ambos amaban comer Ossobuco, ambos se llevaban mal con Ricardo y ambos tenían tendencias autodestructivas. Carlo a veces se preguntaba si su Mamma alguna vez supo el nivel de influencia que tenía en él.

Es más, hasta sabía el orden exacto en el que ella guardaba los vinilos de su rudimentario tocadiscos: Piano Sonata N.4, BWV Concerto for 4 Harpsichords in A minor, Camille Saint-Saëns Danse Macabre, Violin Sonata in G minor, Dance of the Sugar plum Fairy...

Todas las sabía tocar. Cada una de ellas hormigueaba en la punta de sus dedos con la facilidad de un experto, que, al recibir esos chispazos de su memoria, tamborileaba sin querer sus dígitos sobre cualquier superficie, como si en el lapso de un parpadeo, ese pedacito de recuerdo se esfumase.

Sin embargo, desde que ella se fue, también se llevó sus ganas de tocar.

Con el piano descartado, le quedaba una cosa más en la que podía sentirse un experto: el baloncesto.

—Parece ser que alguien ya le tomó cariño a su nueva familia —La voz pertenecía a Michelle Evans. Ellos se encontraban sentados en las gradas que usualmente el público utiliza para presenciar un partido, tomando un pequeño descanso de medio tiempo, en tanto los demás tomaban agua o secaban su sudor a causa del ejercicio—. Cuando Jack me dijo que lo habías amenazado, no me la creí hasta que vi el mensaje.

—Yo no amenacé a nadie.

—Ah, ¿no? —se burló—. No sé como sea en Italia, pero en España, decir "Esos bambinos son terreno prohibido", me suena a algo hostil.

—Suena más a un aviso o una promesa.

—Esa es la frase más cliché que existe y no les baja agresión a las palabras.

—Ya les dije, no son malos —comenzó, lentamente, como buscando las palabras exactas para describirlos mejor—. Ya llevo conviviendo casi seis meses con ellos, Horacio los adora, Ricardo les ha tomado aprecio, ya son... Algo.

—¿Algo?

—Sí, esa palabra los define. No son tan importantes, pero ahí están.

—Entonces —comenzó la chica Alfa, con palabras impregnadas de cotilleo— No te molesta que Hai esté detrás de Toni, o que luego de la discusión con Conway, muchos hayamos puesto el ojo en Gustabo.

Hermanos CaóticosWhere stories live. Discover now