─Sí, no sé dónde está Dead, estará arriba. Puede que en el bosque.

─Podría estar ahora mismo en la otra punta del país y no os daríais cuenta.─Dijo Elizabeth sorprendida.

─¿Quién quiere whisky?─Dijo Euro para animar el ambiente.─Yo voy a beber ron cola, pero si alguien quiere pues que vaya y lo coja.

─Eres un enano cabrón.─Dijo Necro pasándole la mano por la cabeza.

Todos fueron a la cocina y Elizabeth subió las escaleras, buscando el cuarto de Dead para decirle que baje con los demás. Sólo vio una habitación con la puerta cerrada, así que tocó con los nudillos antes de entrar.

─¿Dead?─El chico estaba tumbado en una cama (aunque ni siquiera se le podía llamar así, sólo era un colchón tirado en el suelo) mirando al techo.
Apenas dijo su nombre, el rubio salió del trance y la miró.─Vamos a estar todos abajo bebiendo, no sé por qué no te han avisado pero-

─Nunca lo hacen.─Se puso de pie y la chica se dio cuenta por primera vez de que tan alto podía ser.
El rubio salió de la habitación sin decir nada y ella lo siguió apresuradamente.
Cuándo entraron en la cocina todos se callaron por un momento y siguieron a lo suyo. La pelinegra sintió pena por él, parecía que a nadie le importaba siquiera si estaba o no.

─¿Bebes?─Le preguntó para al menos darle conversación.

─No mucho, pero qué más da.─Pelle cogió la botella de whisky y bebió directamente de ella.

─Pues no se nota.─Dijo sonriendo.─Oíd chicos.─Levantó un poco el tono para que los demás le prestaran atención.─Creo que en vez de morirnos del asco deberíamos hacer algo.

─¿Algo como qué?─Preguntó Øystein.

─Verdad o reto.

─Eso es para críos de quince años no seas ridícula.

─Eso me suena a reto. Vamos al salón.

Nadie objetó nada más y todos se sentaron en círculo en la alfombra.

─Cabe decir que cada vez que alguien no cumpla un reto o no responda la verdad equivale a un shot.

─Está bien, ¿quién empieza?─Dijo Necro.

─Jessica.─Era la primera vez que Faust hablaba desde que habían llegado.

─Me parece bien.─Aceptó la rubia.─Elisa, ¿verdad o reto?

─Verdad.─Su intención era empezar suave, pero claramente su hermana no la iba a dejar.

─¿Es verdad que tienes fetiches?

─Sí, como todo el mundo supongo.─Los chicos excepto Faust y Dead se miraron cómplices.

─Igual no tanta gente como crees.─Rió Euro.

Las preguntas continuaron a ese nivel, aunque al rubio casi no le prestaban atención, ni él a ellos.
Al rato la pelinegra se dio cuenta de que se habían olvidado por completo de que también se podía elegir reto, pero pensó que aquello era mucho mejor.
Cuándo terminaron de jugar cada uno se puso a hacer cosas distintas, pero todos hacían algo común; beber.

─¿Dónde está el baño?─Le preguntó Elizabeth a Hellhammer.

─Arriba, es la puerta con una estrella al revés.

─Gracias.─Pudo notar que estaba borracho, al final todos lo estaban.
Empezó a subir las escaleras pero conforme llegaba arriba notó un dolor punzante en el estómago. Se sujetó a la barandilla y abrió la puerta del baño como pudo. En qué se vio cuándo notó el vómito subiéndole por la garganta y a su hermana y Faust follando en el lavamanos.

─¡Joder Elisa!─En cuanto la rubia dijo eso, su hermana corrió hacia el váter y vomitó toda la comida del día.

Mientras ella intentaba aferrarse a la taza del váter para no marearse, Jessica y Faust se vistieron lo más rápido posible.
El chico salió de ahí como si nada hubiera pasado y la chica le sostuvo el pelo a su hermana mientras le hacía aire.

─Te dije que no podías beber tanto.

No obtuvo ninguna respuesta porque Elisa volvió a vomitar. Simplemente apartó la cabeza para no olerlo demasiado y siguió sujetando su pelo.
Cuando terminó, la rubia bajó con los demás y Elizabeth se durmió en el suelo.

Una tenue luz parpadeante la hizo abrir los ojos poco a poco. Cuándo los abrió, consiguió distinguir que estaba en un baño, pero tardó más de un minuto en procesar de dónde era ese baño. Entonces recordó todo lo que había pasado y se tocó los labios con el dorso de la mano; efectivamente seguían manchados. Se levantó como pudo del suelo y se agarró al lavabo como si le fuese la vida en ello. Miró su reflejo en el espejo y se dio cuenta de lo horrible que se veía: el delineador corrido le llegaba hasta los pómulos, estaba completamente pálida y tenía la boca seca y con olor a bilis. Abrió el grifo y se pasó las manos húmedas por la cara un par de veces hasta que quedó más o menos limpia. Salió del baño y se dio cuenta de que hacía un buen rato desde que se había terminado la ❝fiesta❞, miró hacia todas direcciones y las puertas estaban cerradas, por lo que bajó las escaleras de puntillas para no hacer ruido y se quedó en la parte baja pensando qué hacer. Las ventanas del salón estaban abiertas, pero cuándo se acercó a cerrarlas se percató por primera vez de que había un lago justo frente a la casa, pasada la carretera. Salió de la casa con decisión y fue directa hacia él. Cuándo pisó el pasto, se quitó las zapatos para sentir la fría hierba bajo sus pies.
Cruzó la carretera sin mirar a los lados porque al fin y al cabo eran probablemente más de las cuatro de la mañana. Entre la carretera y el lago había otro pequeño tramo de pasto, ahí fue donde, mirando a la luna, empezó a desvestirse lentamente. Notó que alguien le tocaba el hombro y se dio la vuelta de un salto.

─Elizabeth.─Era Pelle. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí ni si la había estado siguiendo, había estado tan ensimismada con la luna que no fua capaz de tener activo ningún otro sentido además de la vista.

─Deben ser más de las cuatro, ¿qué haces aquí?

─Lo mismo que tú.

Él también se quitó la ropa, ambos habían quedado en ropa interior.
El chico miró brevemente el encaje que rodeaba a Elisa y un instante después ya estaba entrando al agua. Ella pensó que estaría demasiado fría y que no iba a entrar, pero después de ver la naturalidad con la que el chico salió del agua, se dijo a sí misma que no debía estar tan fría. Fue un tremendo error por su parte, pudo notar como se le congelaban hasta los dientes.

─¿No tienes frío?

─Todos los días siento cómo se me congela la sangre en las venas.─Pelle sacó los brazos del agua y se los mostró a Elizabeth.
Ella los sujetó desde abajo y los analizó como si fueran la cosa más inconcebible del mundo.
Además de los diversos cortes en horizontal que poseía, tenía un tono de piel mucho más claro que el resto, tampoco lo pudo detallar con precisión porque apenas tenían la luz de la luna y algunas farolas no muy lejos de la carretera, pero pudo diferenciar que tenían la apariencia exacta de unos brazos en proceso de putrefacción. No sabía si esa era su intención o simplemente se veían así. Entonces lo miró a los ojos y pudo verlo todo.
Todo el dolor.

WOMAN OF DARK DESIRES → pelle ohlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora