11. El regreso

828 75 66
                                    

La noche había caído ya desde hace un tiempo. Y había una cosa que no recordaba de la guarida del clan Yiga: el gran frío que hacía ahí; y no era para menos, pues estábamos a las puertas de la cordillera de Gerudo.

A pesar de haber vivido muchas batallas y sigilo en ese lugar, de alguna manera me llegó a parecer agradable. Esas paredes, esos adornos rojos, lámparas, carteles; me sentí raro de solo pensar que hace unos meses esta era la guarida del enemigo, y ahora aliados.

Inogg nos había llevado a una sección grande cerca de la sala principal de la guarida en el primer nivel, una sección donde tendríamos algo de privacidad. Ahí hicimos una pequeña fogata con cacerola, nos sentamos alrededor para preparar nuestra comida y tender nuestras camas.

Hacía bastante tiempo que no comía solo, ya que la mayor parte del tiempo era con Apaya. Y ahora que lo pienso, creo que ya la extrañaba a pesar de que solo habían pasado unas horas. Aunque en realidad no estaba solo sino rodeado de mis compañeros y amigos, tan solo iluminados por la luz de la fogata.

—Coman y beban todo lo que necesiten ahora, —habló Agen de repente.— porque una vez que pasemos esta montaña, no es seguro si volveremos a comer en paz.

Todos lo vieron con cierta seriedad, sabían perfectamente ello. Aunque creo que ya era un poco tarde para mí, no me sentía necesariamente en paz.

—¡Por la última cena! —bromeó Tamina de manera sarcástica alzando su agua.

Ese gesto fue curioso, pues pude sentir cómo la tensión bajaba un poco.

—Supongo que lo mismo va para dormir. —dijo Nirman con cierta gracia bajando su comida.

—Supones bien. —le dijo Inogg cortándole la gracia. —Esto es lo más al este que estarán antes de entrar a territorio enemigo.

—El territorio de la reina loca. —dijo Tamina riendo un poco para luego beber.

Su comentario nos hizo reír un poco. Necesitaba esas risas pues mi mente no me dejaba en paz con los pensamientos de Apaya y mi futuro hijo... o hija; lo que más me preocupaba eran las consecuencias de si fallaba.

Mientras estábamos comiendo me di cuenta de una cosa, todo esto me recordaba a mi anterior misión de derrotar al cataclismo; pues el hecho de que me preocupara por las consecuencias de fallar, en sí, me daba valor para ganar.

Fue entonces cuando los miré a todos en esa sala y me di cuenta de que necesitaba hablarles de algo.

—Entrenaron conmigo poco más de dos meses, ¿no es cierto? —les pregunté de repente.

Ellos me miraron con algo de extrañeza.

—Sí, dos meses y medio. —me dijo Agen.

—Y aprendieron bastante bien. —señaló Inogg.

—Correcto... —seguí. —En todo este tiempo que llevamos entrenando, me conocen bien a mí y a mi esposa pero, nunca me han dicho sobre ustedes, de por qué luchan. —dije de manera pensativa.

De nuevo, muchos rostros con confusión.

—¿Perdón, Link? —me dijo Agen.

—Es obvio, es para evitar la monarquía de Zelda. —dijo Nirman.

—Lo hacemos para proteger el estilo de vida de los Hylianos. —dijo Mahim, seguramente creyendo que era una pregunta trampa.

—¡Sí! ¡Exacto! Pero eso es a lo que me refiero, ¿qué hay en esas vidas que ustedes quieren proteger? —les insistí.

—Ah... Link, creo que no te entendemos. —dijo Nirman nerviosamente.

Me tomé un momento para reformular la pregunta, pocas veces era yo quien guiaba las conversaciones. Pero me lo tomé en serio, necesitaba decirlo.

Recuerdo de un Reino [#2] - Link x Apaya - TLOZ Breath Of The Wild +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora