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Se suponia que seria una noche calmada, ya habían presentado los documentos finales del proyecto ecológico y por ende, tenían dos semanas libres en las que podían quedarse en Londres o podían viajar de regreso a Estambul. Sin embargo la palabra libre no se encontraba en el diccionario de Serkan Bolat, así que con el fin de quedarse decidió continuar trabajando remotamente.
No sabia como pero terminó con Eda usando un vestido azul. Ambos querían celebrar que todo iba bien y después huir de la lluvia, la adrenalina recorría sus cuerpos como nunca antes.
—Salió mejor de lo que esperábamos—murmuró Eda viendo su —. Creo que tu traje está un poco...
—Si, Eda, solo un poco mojado—se burló—. Deberíamos entrar y deberías cambiarte de ropa para evitar un resfriado.
—Si, debería...
El departamento era bastante amplio y Eda se saco los tacones con cuidado tiritando ante el frío del piso, mientras Serkan retiraba su corbata. Una parte de él solo podía admirar a la castaña y como el vestido se apegaba a sus curvas con suavidad, así que se permitió fijar su mirada en cada movimiento que Eda hacia. De repente, el ambiente se volvió más tenso y cuando la castaña lo llamó para que le ayudara a bajar la cremallera de su vestido, Serkan sentía que su pulso estaba llegando a su límite, y no era el único.
—Debería... digo me voy—corrigió dejando una camiseta blanca que le quedaría lo suficientemente grande para cubrir su cuerpo.
Lo que no espero fue el beso húmedo que Eda plantó tan pronto él quiso salir de la habitación. No podían negar que lo deseaban, en los días anteriores algo siempre los interrumpia, una llamada, el repartidor de comida, o incluso Sirius. Y ahora ahí estaban, Serkan paso uno de sus brazos por la espalda de Eda para aprisionarla con su cuerpo y hacerle sentir lo duro que estaba por ella. Un jadeo abandonó su boca cuando él empezó a besar su cuello con tanta lentitud que le dolía no poder hacer mucho ya que por alguna razón su cuerpo ahora solo obedecía ordenes de Serkan Bolat.
—Sin marcas—alcanzó a susurrar antes de escucharlo asentir a la orden.
Las succiones eran algo primitivo y Eda sentía que no podía parar de besar aquellos labios con adoración. El la hacia sonreír, la hacia enojar y sobre todo la hacía tan feliz... porque en sus brazos se sentía acompañada y sabía que aunque ella quisiera ir al fin del mundo, el iria con ella, porque Serkan Bolat no era un hombre que retenía sus sueños, el la impulsaba a alcanzarlos.
El vestido azul cayó a sus pies sin cuidado al igual que la camisa de Serkan, sus cabellos aún seguían húmedos pero eso no impidió que se tumbarán en la cama.
—Eres hermosa, Eda Yildiz—susurro bajando la pequeña ropa interior que Eda decidió usar ese dia.
Serkan comenzó un camino de besos desde su rodilla hasta que estuvo justo en medio de las piernas de a quien consideraba su novia. Eda soltó un grito cuando sintió la lengua de Serkan ahí acompañada de ligeros besos húmedos, se sentía en el paraíso y la sensación sólo se multiplicó al sentir como un dedo la invadía lentamente.
