Come back... Be here

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One last kiss, then catch your flight
Right when I was just about to fall

Un rostro bañado en lágrimas lo recibía cada noche desde algunas semanas, y dolía percatarse del dolor que transmitía en unos solos segundos pero para Serkan significaba el infierno mismo pues aquel rostro era el de Eda Yildiz. La única mujer capaz de poner su vida patas arriba con su sola presencia y la misma a la que buscó alejar durante mucho tiempo. El cáncer era parte del pasado según Eda; una luz en el túnel por el cual pasaron a ciegas. 

«Puede volver en un periodo de cinco años»

Las palabras del doctor resonaron en su cabeza por semanas y la posibilidad de arruinar a Eda lo acojono por completo. Así que intentando arrancarse el corazón del pecho se obligó a aplicar cada método posible para apartarla y dejarla libre... Él solo quería que su amor fuera feliz. Sin embargo las peleas se salieron de control y ambos terminaban gritándose entre sí, los temas usuales variaban; Si no era la beca de Eda, era por la pantomima de ella con Deniz o lo que sea que alentara la pelea.

Fue una noche de otoño cuando las palabras de Serkan rozaron el límite y Eda pareció darse cuenta de lo que él tenía en mente.

«Serkan, estás rompiendo mi corazón»

«No lo hagas más complicado, Eda»

«Ojala hubiera sabido que terminariamos así antes de enamorarme de ti»

Los ojos de Eda lucian rotos y un sabor amargo de arrepentimiento lo golpeó mientras la veía guardar sus cosas en dos maletas con rapidez. Sus manos recogían la ropa que se encontraba en el armario que solían compartir  y aunque ella parecía querer derrumbarse, no lo hizo. Las lágrimas surcaban su rostro como un lienzo mientras Eda buscaba con desesperación el broche del collar que antes había sido su anillo de compromiso para poder sacárselo y dejarlo en una de las mesitas de noche.

Con pesar y con la consciencia retumbando en su cerebro, se negó a seguir observándola desde los muebles.

«Es lo mejor» repetía sin cesar.

Ni siquiera se despidieron, Serkan cruzó hasta la casa de su madre sabiendo que Eda no se atrevería a ir y cuando escuchó los ladridos de Sirius supo que ella se estaba marchando. Al volver sus pertenencias no estaban más a pesar de que cada rincón de su hogar le recordaba a Eda porque de alguna manera el fantasma de aquella vieja felicidad le recordaba que esa emoción si existía.

No durmió esa madrugada y se negó a ingresar a la habitación esa noche. A la mañana siguiente sus pasos resonaban en el frío piso cuando llegó hasta el cuarto y su corazón se paralizó al ver el collar en la mesita de noche, el nuevo anillo de compromiso en el suelo, la pulsera de dijes encima de la cama y el certificado de la estrella con el nombre de Eda arrugado en medio del caos.

«Me odia»

Nunca antes había imaginado que se sentiría estar en la constante presencia de Eda porque ilusamente pensó que permanecerían juntos hasta sus últimos suspiros y mientras desayunaba su mente intentó volver a la vida antes de ella. Algunos días pasaban lentos, otros más rápidos y cuando se cumplieron dos meses desde la última vez que supo de ella, recibió una llamada. 

Eda Yildiz.

Sus manos temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas con las ganas de agarrar el teléfono para pedirle que volviera, pero no podía ser egoísta y seguir con un ciclo que solo los perjudicaba.

One Shots | SÇKWhere stories live. Discover now