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La furia carcomía a Eda. Como si no fuera suficiente que el amor de su vida la haya olvidado al igual que la mayoría de sus seres queridos, quienes a diferencia de Serkan no tenían una excusa para justificar su comportamiento frente a el regreso de Selin. Ahora había descubierto a Deniz y su complot para de alguna manera quedarse con ella, algo así como una especie de trofeo que reclamaba después de muchos años a su lado. La castaña no estaba acostumbrada al amargo sabor de la traición, y aun así pretendía estar bien; sonreía, aunque fueran sonrisas fingidas, bromeaba, aunque su interior clamaba algo de comprensión. Lo único que la distraía de sus recurrentes problemas era molestar a Serkan, por lo que cuando escuchó que él iria a el gimnasio que solían frecuentar juntos, su consciencia la empujó a hacerle compañía.
—¿Eda?—los ojos de la castaña se enfocaron en Serkan con ropa deportiva, el cabello apuntando a diferentes direcciones y aquella mirada que mojaba sus bragas en segundos—No preguntaré qué haces aquí, supongo que vienes a realizar tu berrinche del dia.
Los puños de Eda se cerraron con brusquedad. Quería golpearlo y hacerle entender de una vez por todas que lo amaba y que estaba sufriendo por la situación, por verlo junto a Selin, cuando meses atrás ella era quien tomaba su mano en las adversidades—Te equivocas, Serkan querido. Este es un lugar público y recordé que hace un tiempo que no he venido—aclaró viendo detrás de él—¡Entrenador Aytaç!
—¡Eda! Es un gusto verte por aquí de nuevo—saludo cordialmente viéndola ponerse los guantes.
—¿Qué crees que haces?
—Comiendo, ¿no lo ves?—dijo sarcásticamente desafiándolo con la mirada—¿Te apetece practicar? Ya sabes, asi tal vez tu cerebro te recuerde los viejos tiempos, a menos de que claro, seas cobarde y no quieras perder contra mi.
Pasados unos minutos, Eda se encontraba frente a Serkan lanzando golpes a diestra y siniestra, intentando calmar a el fuego que quería salir de su interior. Una parte de ella se sentía demasiado estresada y el carácter de Serkan no la ayudaba ni un poco, tal vez, producto de pasar con Selin casi el dia entero.
No ha aparecido en la oficina desde hace unos días.
El recuerdo de la ausencia de la rubia la hizo detenerse de repente ante la aguda mirada de él. Entonces comenzó a interrogarlo como solo Eda Yildiz podía hacerlo y ante su negativa a responder sus preguntas, los golpes empezaron. La furia parecía disiparse rápidamente causando en ella una satisfacción extraña, que desapareció tan pronto un golpe logró noquear a Serkan inmovilizándolo en el suelo.
—Mierda, mierda, mierda—repitió mirando a su alrededor, percatandose de que las pocas personas que estaban se habían retirado. Probablemente por los horarios, casi nadie quedaba después de la tarde por el horrible tráfico que se creaba en las calles principales.
