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No sabían cómo habían llegado hasta ese punto, a aquel lugar en Antalya. El futuro era la preocupación de muchos y el anhelo de otros, por ello era el lugar más visitado en Turquía. Poder ver el futuro era algo tan normal que existían personas que viajaban más de tres veces al año solo para confirmar que las cosas saldrían como se esperaban. Serkan Bolat afirmaba que no necesitaba ver el futuro para saber que seguiría siendo exitoso, aunque muy en el fondo tenía miedo de lo que vería.
Era la última noche que pasarían en Antalya y Engin no perdió la oportunidad de insistir con sus amigos. Selin por supuesto estuvo de acuerdo con su amigo, una parte de ella estaba muy segura de que Eda no seria alguien que se quedaría en la vida de Serkan para siempre, mientras que Piril, Eda y Serkan se mostraban renuentes a la idea de ver lo que sucedería después.
—Me parece estúpido—exclamaba Serkan viendo con sorpresa a Eda quien afirmaba con seguridad.
—¡Oh vamos, abi! Solo será una vez, las reglas son simples, no podremos ver más de cinco minutos y no podremos ver algo que afecte la linea del tiempo.
—¿No les parece emocionante?—cuestionaba Ferit sosteniendo la mano de Selin—. Una oportunidad como esta, no todos la tienen y lo saben.
—¿No todos pueden ver su futuro?—preguntó una temerosa Eda.
—No, cuando las cosas son muy malas, no se puede.
—Tamam—dijo Piril entrando a el gran edificio que a esas horas ya estaba vacío.
El grupo de seis avanzaba hacia el piso catorce que era en donde se encontraba aquel regalo de la vida que nadie sabía cómo había emergido. En el centro del piso existía un gran panel junto a una especie de pilar en el que se debía apoyar una mano.
—¿Y bien? ¿Quien va primero?—Serkan se aferró más a Eda, intentando demostrar que no tenía miedo, aunque fuera todo lo contrario.
—Me ofreceré como tributo—Ferit avanzó hasta el pilar y colocó una mano.
El panel se iluminó y un Ferit más maduro se vio tocando una puerta con lentitud, con una sonrisa en el rostro. La puerta se abrió un poco y la voz de una pequeña niña se escuchó.
—Hola, baba—saludo una pequeña rubia de ojos verdes sosteniendo un osito de peluche.
Ferit sonrió viendo a quien al parecer seria su hija, pensando que al ser rubia era hija de Selin también. Por su lado, Eda casi se desmaya reconociendo a la niña, era una copia de Ceren cuando era pequeña solo que con el cabello lacio.
—Serkan...—murmuró Eda.
—Dime...—contestó él aun en shock. No es que le doliera que Selin haya formado su familia, solo le sorprendía.
—Se que no me creerás, pero esa niña se parece muchísimo a Ceren—susurro sacando su celular rápidamente sin llamar la atención de los demás, quienes observaban la pantalla atónitos—. Mira, esta foto la tengo desde el año pasado—sin duda el parecido era muy obvio y Serkan casi se queda sin habla—, ¿tu crees que es posible?
