CAPÍTULO 5.

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Capítulo 5.









—¿A qué hora saldremos? 

—A las siete, prepárate.

Escucho los pasos acercarse y me alejo lo más rápido que puedo de la puerta hasta mi habitación, sin emitir ningún tipo de ruido, cerrando con suavidad la puerta. 

Los pasos se oyen nuevamente y cuando los escucho alejarse suspiro de alivio, pero vuelven y el miedo se apodera de mí.

—Sé que escuchaste —la voz de Eros retumba en el pasillo —. No vendrás con nosotros, te quedarás aquí —finaliza cerrando desde afuera con llave.

—¡No! —grito frustrada y a le doy golpes a la puerta —. Estúpido —susurro frunciendo el ceño.

—¿Olvidas el oído súper desarrollado, verdad?

—Ilvidis il iidi sipir disirrillidi, virdid —lo imito y él gruñe.

—No me hagas enojar, Paige —advierte con su típico tono de yo mando.

—¡Vete al demonio! —grito y por un momento pienso en lo ridícula que me veo gritándole a una puerta.

—No es el mejor insulto que se te pudiera ocurrir —ríe y al no recibir respuesta mía se va.

¡Estúpido vampiro!

Yo no era de espiar o escuchar detrás de las puertas, pero cuando me enteré que iban a salir en una misión y no me quisieron incluir, no tuve alternativa. Querían que me quedara aquí encerrada y me perdiera toda la diversión.

Era consciente de que solo habían pasado tres días, que ni siquiera me conocían y estaban en su derecho en desconfiar pero yo no había hecho nada que pudiera hacerlos enfadar. Obedecía todo lo que decían, iba a entrenar con ellos…¡hasta les hacía de comer! 

¡Y ellos ni siquiera comían a veces!

Era injusto.

Yo me portaba bien y ellos me encerraban. Parecía una estúpida princesa encerrada en el castillo esperando que un príncipe la rescatara. Pero no era así, yo no necesitaba ningún príncipe y podría escapar sola. Decidida tomo mi daga y la escondo, nadie me dejaría encerrada, no a mí.

Me dirijo hacia la ventana y la abro, inclinando un poco mi cuerpo hacia afuera para verificar la altura en la que me encontraba.

Bueno, quizás esto duela un poco.

Sin previo aviso me lanzo intentando caer en una posición que no sea tan dolorosa pero lo logro a duras penas. Por un momento no siento mi cuerpo por el golpe, y creo haber pasado a un mejor mundo pero sería muy bueno para ser verdad. Mi brazo y pierna adoloridas me avisan que todavía sigo en mi penosa vida y me levanto con dificultad.

—Te dije que lo haría.

Giro mi cabeza tan rápido que mi cuello duele. 

—Mierda —susurro al ver el pequeño grupo que iría hoy a la misión. Eros, Arik, Samantha y otro chico con el que había hablado poco, Luke. 

Sonrío con inocencia mientras tomo mi brazo lastimado.

—¿Si les digo que solo quería ver la vista y me caí, me creerían?

—Yo voté por traerte —responde Sam sacando un vestido negro con lentejuelas de su bolso y lo extiende —. Póntelo.

—¿Por qué? —pregunto sin entender nada.

—Para la misión.

—¿Y la misión es salir de fiesta? —paseo mis ojos por cada uno de ellos, notando lo bien vestidos que iban.

Eros suspira fastidiado.

—¿Vas a quejarte o vas a venir?

Le lanzo una mirada asesina y de mala gana entro de nuevo para poder cambiarme. Samantha me acompaña para agregarme maquillaje y en un instante estoy lista.

—Perfecta —aplaude complacida de su trabajo —. Vamos.

No puedo evitar sentirme algo incómoda con el vestido, con cada movimiento que hacía aún fuera el más mínimo, se subía y me sentía expuesta. 

Los chicos estaban sentados en las pequeñas escaleras de la entrada cuando salimos y los tres me observan unos segundos que me hacen sentir más incómoda aún.

¿Tan mal me veía?

Sin decir nada tomamos rumbo a donde sea que era la misión, lo cual desconocía porque ningún quería decirme absolutamente nada. No tenía otra opción que mantenerme en silencio durante todo el trayecto.

Luego de una caminata larga donde siento la necesidad de preguntar si ser vampiros no les permite tener auto porque ya me había cansado, por fin llegamos al lugar. Debería decir que esto es igual de emocionante como lo imaginé pero la verdad es que no. 

Esperaba un lugar de lujo, quizás un evento importante con gente de dinero que luego se sacaran sus máscaras y nos diéramos cuenta que eran vampiros, o tal vez demonios.

Pero no, en lugar de eso estamos en un club nocturno. Samantha desapareció apenas llegamos, Luke se encontraba coqueteando con una chica atractiva en la barra, Arik dijo que iría al baño y yo me encuentro con el malhumorado de Eros vigilándome porque según él soy peligrosa.

Nos encontramos sentados en unos sillones algo apartados de la pista de baile que estaba en el centro. Él en una esquina y yo en la otra. Comenzaba a aburrirme de sólo mirar.

Me levanto ocasionando que mi guardián estúpido despegue la vista de su bebida y la dirija a mí, con una clara advertencia de que me quedara en mi lugar. Tenía entendido que ellos no soñaban, por lo que podría decirle que ahora sería la primera vez que lo hiciera porque no pensaba ser su sumisa.

Siento su mirada cuando llego a la pista de baile y le doy la espalda, moviéndome al compás de la música del lugar. Cierro los ojos disfrutando del momento por unos segundos, y cuando los abro lo veo dirigirse hacia mí. Sus manos me toman de la cintura acercándome a él, instintivamente dirijo las mías alrededor de su cuello, tomando una posición íntima.

Siento que me falta un poco el aire y estoy segura de que mis mejillas están rojas. Lo miro a los ojos, notando un brillo en él que nunca antes había visto. Unas sensaciones extrañas se alojan en mi estómago por primera vez.

—Estás preciosa —susurra a centímetros de mi rostro, acelerando mi corazón. 

Abro la boca con la intención de decir algo pero nada sale. Los nervios carcome mi piel como nunca antes me había sucedido. Me pierdo en sus ojos, en ese azul que tanto me fascinó la primera vez que los vi, y que nunca dejarían de fascinarme.

Su mano sube de mi cintura a mi brazo, trazando pequeñas caricias que me dan escalofríos, hasta detenerse en mi mejilla. Su pulgar se mueve en círculos sobre el lugar y cierro mis ojos disfrutando los estragos que me causa su cercanía y cariño.

Su respiración choca contra mis labios, los cuales se acercan cada vez más, a punto de colisionar cuando una mano toca su hombro y nos separamos. Eros mueve su cabeza como si hubiera estado en una especie de trance y me mira arrugando su entrecejo.

—Encanto —pronuncia Arik a unos metros de distancia —. Deben tener cuidado, a los vampiros les gusta jugar con fuego.

—¿Qué? —es lo único que logro articular.

—¿Te sientes como drogada, verdad? —asiento, mi cabeza da vueltas, es como si estuviera en las nubes —. Alguien está jugando con nosotros, es hora de unirnos al juego.

Toma mi mentón y fija sus ojos en los míos. Noto un brillo rojizo y su pupila se dilata, en unos segundos desaparecen las sensaciones anteriores y me estabilizo. 













N/A: ¡Holaaa! ¿Cómo están?
Pueden dejar sus opiniones aquí, es la primer historia que consigo realmente hacer más de tres episodios, estoy segura que tiene sus errores así queeee lo que ustedes vean me avisan. Lo que crean que debería agregar y demás.

Amor eterno por ustedesss :)

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