CAPÍTULO 4.

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Capítulo 4.






El lugar al que entramos es demasiado espacioso, muchísimo más grande que nuestra anterior casa. Sería como multiplicarla por diez veces más.
Todo está muy bien decorado como para creer que es una guarida de vampiros o lo que fuese. Las paredes son mitad para arriba blancas, y mitad para abajo azules, con muebles y adornos que aparentan ser caros. La fachada por dentro es completamente diferente a la de afuera, que irónicamente es una iglesia que parece abandonada. Pero por dentro está totalmente diferente, con todos los lujos posibles. 

Arik nos presenta a los demás miembros de su grupo que no parecen nada alegres de que estemos aquí, pero aún así no dicen nada. Realmente le tienen respecto a Arik.

Él nos muestra dónde podremos dormir, dándonos a cada uno una habitación y nosotros agradecemos lo amable que es con nosotros cuando en realidad no debería según los incoherentes principios de vampiros.

Aún sigo sin comprender realmente todo el asunto. Vampiros puros, otros renegados que son creados por uno de los primeros de la existencia de ellos. Su misión de matar a los renegados porque son como fallas en su existencia, y cómo no tienen sentimientos, sólo odio y el deseo de derramar sangre y drenarla.

Tampoco entiendo por qué dicen que soy un ángel, apenas sabía de la existencia de los vampiros cuando ellos decidieron matar a todo un orfanato por simple diversión. Esa fue la primera vez que los vi, luego nunca más hasta hoy. 

Me dirijo al baño, deseaba quitarme el olor a sangre que siento desde que nos fuimos y deshacerme de la ropa sucia que tengo para usar la nueva que una de las chicas del grupo nos prestó a mi y a Catherine.

Suspiro del cansancio que me da toda esta situación y saber que apenas sé sólo un poco. Arik dijo que me explicaría bien una vez lleguemos y nos acomodáramos. No puedo evitar pensar que es un poco gracioso el ver dónde viven, siempre había creído que vivían en cuevas horribles donde gotee agua como en las típicas historias. Pensaba que ni siquiera se bañaban. O que no tendrían absolutamente nada de humanidad, aunque esa parte sí es real solamente que no con ellos en específico.

Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos y grito un simple "adelante". Eros aparece con esa energía de odio a todos que tanto lo caracteriza en lo poco que lo conozco.

—Arik te busca. 

Asiento en respuesta, creo que lo último que desea escuchar es mi voz, su odio es claro y sigo sin entender por qué. Salimos de la habitación y caminos por el largo pasillo en el sentido contrario a donde habíamos venido. Sin entender a dónde vamos, dejo que mi boca formule la pregunta tomándolo por sorpresa.

—¿Por qué me odias? 

Su ceño se frunce y me mira.

—Odio a todos los ángeles —su tono es natural, como si fuera lo más normal del mundo y supongo que en realidad para él sí lo es.

—¿Por qué? —insisto y lo oigo suspirar con fastidio.

—¿Por qué quieres saber todo? No te incumbe.

—Pues sí, porque lo único que haces es tratarme mal y no veo que haya hecho algo para merecerlo.

Este chico realmente comenzaba a fastidiarme.

—Ya te dije que no eres especial, es con todos.

—¿Pero por qué? —vuelvo a insistir y se detiene de golpe enojado.

—Porque creen ser mejores que todos, que pueden juzgar como si ellos fueran puros y perfectos pero no lo son. Todos nos corrompemos alguna vez, nadie es perfecto. 

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