CAPÍTULO 3.

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Capítulo 3.






Los recuerdos de esa noche atormentan de golpe mi mente.

Sangre. 

Gritos. 

Cuerpos temblando y cuerpos tendidos en el suelo sin generar ningún movimiento. Muertos.

Era como si tu peor pesadilla se volviera realidad para hacerte saber que la vida era injusta, cruel, dolorosa. Más en esta vida que nos había tocado, llena de sangre y sin rastros de humanidad en los corazones.

Una noche de diciembre sucedió.

Habíamos sido tan felices al ver la nieve caer el día anterior, llenando las calles y cada parte del orfanato. Queríamos salir inmediatamente a jugar pero no nos dejaron, así que tuvimos que esperar hasta el siguiente día. No éramos muchos niños, unos diez en total, y todos nos llevábamos bien. Éramos la única familia que teníamos, nos teníamos nosotros.

Y después sucedió todo tan rápido. Tan fugaz, sin tiempo a una despedida, sin poder procesar las pérdidas no solo de nuestros padres, sino de quienes considerábamos nuestra familia aún cuando la sangre tuviera relación.

Aprovechamos al máximo ese día que nos permitieron salir. Hicimos ángeles en el piso lleno de nieve, también muñecos a los que les pusimos zanahorias en la nariz como siempre veíamos en películas. 

Pero las horas pasan rápido y la noche llega, consigo trae la oscuridad. Ese día no sólo había traído oscuridad, también arrastró seres con odio, sin piedad, listos para asesinar lo que se interpusiera en su camino.
Comenzaron a aparecer detrás de los árboles que se encontraban en el bosque que teníamos en frente, emergiendo de la misma nada, como si fueran parte de la oscuridad. 

Se aproximaron en solo segundos que llenaron el ambiente perfecto, en uno totalmente tenebroso y espeluznante. Intentamos correr, ayudarnos, pero muchos murieron. Fueron asesinados a sangre fría, sin importar nada.

Cazadores de vampiros aparecieron también, pero ya era tarde, al menos para la familia que habíamos perdido. 

Sólo sobrevivimos Catherine, Derek y yo.

Desearía no haber sobrevivido. 

En mis pesadillas siempre se repite lo mismo. Veo como un vampiro se alimenta de mi mejor amiga hasta vaciarla, lanzándola a un lado cuando ya no le sirve más.

Yo no pude salvarla.

No fui capaz, no tuve la fuerza ni la madurez.

Sólo me quedé observando cómo le arrebataron su vida en un instante.

Vuelvo a la realidad cuando Matthew apoya su mano en mi hombro. 

—¿Paige? ¿Te encuentras bien?

Asiento levemente con la cabeza, sin despegar mis ojos de la luna. La misma que había ese noche y entonces comprendo que sucede una vez al mes, pero no entiendo qué efecto es el que realmente tiene.

—Debo irme —digo de pronto —. Si quieres puedes venir conmigo.

—¿A dónde? —cuestiona sujetando su cabeza como si eso detuviera el dolor.

—A mi casa.

Veo la duda en sus ojos.

—¿No tienes casa, o si?

—No, ellos… –balbucea algo apenas audible con una expresión de dolor —. Mis padres murieron.

—Lo siento mucho —mi corazón se siente pequeño con este tipo de situaciones —. Ven conmigo —ofrezco nuevamente y él asiente en silencio.


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