Un cura comenzó a decir algunas palabras mientras que algunos familiares pasaron al micrófono dedicando sus condolencias y lo mal que se sentían, yo sabía que era mentira, cuando él estaba vivo ninguna de estas personas mostraba interés en nosotros.

Suspiré profundamente y caminé de manera lenta hacia el ataúd, sin detener mis pasos que iban con seguridad mirando hacia abajo, al estar al frente de este, subí mi vista de manera lenta hacia mi padre quien estaba ahí acostado, sus ojos cerrados y rostro pálido, sentí tanto dolor en ese momento... pero no pude llorar.

Mis lágrimas no cayeron, fue como un vacío tan grande que ni si quiera pude demostrar sentimiento alguno.

Me alejé del cajón sentándome en una de las sillas de al frente. Al pasar de los minutos, finalmente enterraron a mi padre, yo solo me dediqué a observar. Cuando todo el velorio había acabado y la gente comenzó a irse, fui de vuelta al auto con mi tía y primos, quienes irían a dejarme.

Ella al subir al auto secó algunas lágrimas que caían por su rostro.

-¿por qué lloras mamá? -le preguntó uno de sus hijos.

-por nada, estoy bien. -le sonrió tristemente, el niño la miraba confundido.

-esta bien. -hablé mientras la miraba- él está con ellos.

-oh, Eva... -mi tía al verme comenzó a llorar otra vez.

Fuimos a mi casa de vuelta, el camino fue relativamente tranquilo, ya era de tarde más o menos y la verdad lo único que quería era llegar a casa. Una vez llegamos mi tía me dio una pequeña canasta con algo de comida.

-muchas gracias. -la tomé.

-esta bien... nos estaremos hablando por el tema de la pensión, ¿si? -yo asentí- bien, nos vemos Eva, cuídate mucho.

-igualmente tía. -me despedí haciendo un gesto con la manos mientras ella se alejaba.

Entré a casa dejando la comida en la cocina, luego fui a mi cuarto sacando algo de ropa más cómoda para poder darme una relajante ducha y despejarme de todo. Al llegar al baño cerré la puerta y quité mis prendas quedando vulnerable, prendí el agua y al sentir como estaba fría inmediatamente suspiré frustrada.

Entré igualmente a la ducha al sentir el agua fría en mi cuerpo, lavé mi cabello y cuerpo, pero una vez estaba a punto de salir, fue como si hubiesen activado un botón automático el cual prendió todas mis emociones. Mis ojos se cristalizaron al recordar a mi padre, la sonrisa de mi madre y hermano. Me agaché en la ducha como alguien totalmente indefensa mientras me abrazaba a mi misma, dejando caer mis lágrimas como una niña pequeña en busca de un abrazo, llorando, escondiendo mis lágrimas en la ducha al igual que lo había hecho en la casa de Takashi.

No sé cuánto tiempo pasó, pero mi cuerpo comenzó a sentir frío con aquella agua helada, así que limpié mis lágrimas y apagué el agua mientras estrujaba mi cabello y le colocaba una toalla.

Salí secando mi cuerpo y colocando mis prendas interiores, al limpiar un poco el espejo me observé a mi misma. Mi cicatriz... cuanto la odiaba, era algo con lo único que me odiaba de manera física, es tan grande, notoria y no pasa desapercibida, cualquiera que la vea le daría muchísimo asco.

Finalmente terminé de vestirme con algo de ropa cómoda para luego secar mi cabello. Una vez salí de la ducha decidí ver que comidas me había dado mi tía.

niñera ~𝗧𝗮𝗸𝗮𝘀𝗵𝗶 𝗠𝗶𝘁𝘀𝘂𝘆𝗮 𝘅 𝗢𝗰~Where stories live. Discover now