En fin. Dylan. Sé que es mi hermano mayor, pero a veces es demasiado infantil. Aunque yo también podría considerarme infantil por el tipo de bromas que gasto. Las bromas son para mí la salida más fácil para alejarme del mundo real por un momento mientras las planeo. Hacen que me olvide de todo lo malo y me hacen sentir bien al sentirme realizada por ser una venganza hacia las personas que me hacen daño.

Mi mente se desvió hacia la conversación de Harry y Adelaide. La mejor pareja del Obrilet estaba sufriendo una crisis. La verdad es que me había sentido bien al escucharlo, no sé muy bien por qué. No pegaban los dos juntos. Uno es como la arena de la playa, fina y limpia, y el otro es como la arena de un río, rugosa y sucia.

Harry es una persona más atenta de lo que la gente en realidad se piensa. Me sorprendió para bien el día que se ofreció a llevarnos a su casa porque mi ex psicópata nos perseguía. Fue muy amable por su parte, lo que me lleva a pensar que tiene una coraza para no acercarse sentimentalmente a nadie.

Asher, por otro lado, no creo que tenga una coraza que le haga hacerse el guay, si no que él es así de idiota. No creo que tenga nada que ver con él ni que pueda en un futuro tener algo con él. Tendré que decirle que se vaya olvidando de mi.

Una llamada inesperada interrumpió mis pensamientos. Era Patty.

- Dime- comenté.

- Beth, necesito tu ayuda con unos ejercicios de matemáticas, ¿puedes pasarte por mi habitación ahora?

- Si, voy enseguida, así repaso también.

Antes de ir a la habitación de mi amiga, pasé por la cafetería para coger dos paquetes de galletas.

Por el pasillo de las habitaciones, le mandé un mensaje a mi hermano informándole de que estaba en la habitación de Patty para que me diera el tinte allí.

Llamé a la puerta y abrí sin esperar contestación. Patty se encontraba tumbada en la cama llena de libros y apuntes de matemáticas.

- ¡Estoy agobiadísima!- exclamó.

- Lo he supuesto, por eso te he traído galletas- le tiré el paquete y ella lo cogió al vuelo.

Me senté junto a ella y comencé a explicarle la teoría. No pasó mucho tiempo cuando la compañera de Patty entro por la puerta irrumpiendo en el cuarto. Mi sorpresa fue mayúscula al darme cuenta de que la compañera de Patty no era, ni más ni menos, que Adelaide.

Con un cara de asco, se metió en el baño y salió al rato con una mascarilla en el pelo. No nos dirigió la palabra en ningún momento.

Me pasé toda la tarde con Patty hasta que Adelaide empezó a alterarse un poco. No entendía el motivo hasta que un cansado Harry apareció en el umbral de la puerta.

- ¿Estás lista?- preguntó a Adelaide.

- Si, mi amor. Dame un segundo- fue al baño a retocarse la cara.

Patty y yo nos vimos envueltas en una incómoda situación en la que Harry nos miraba, nosotras le devolvíamos la mirada, pero nadie decía nada.

- Bueno- intervine- que os lo paséis bien- sonreí aunque ya sabía el motivo de su charla.

- Gracias, Elisabeth, que te cunda la tarde de estudio- terminó diciendo para irse con Adelaide que acababa de salir del baño.

Mi hermano no tardó mucho más en llegar y nos dejó el tinte verde despidiéndose porque había quedado con alguien.

Patty me miró con una ceja enarcada.

- ¿Para qué demonios quieres eso?- señaló el bote.

- Ya lo verás- apareció en mi cara una malévola sonrisa- ¿cuál es el champú de Adelaide?

Patty me guió hacia él y realicé mi primera broma en el internado Obrilet. Metí el tinte verde en el champú de Adelaide para que disfrutara de un bonito peinado verde moco durante, al menos, una semana.

Las tripas de Patty rugieron recordándonos que era la hora de cenar. Recogimos un poco los apuntes para que mi amiga pudiera dormir en su cama más tarde, y salimos con paso acelerado hacia el comedor donde nos esperaba una deliciosa pizza de cuatro quesos.

En nuestra mesa de siempre se encontraban Thomas y Luca. No llegué a la mesa porque Asher me interceptó.

- Beth, ¿podemos hablar un momento?

- Emm- miré la pizza y luego a mis amigos- está bien, pero que sea rápido...

Patty me guiñó un ojo y se sentó en la mesa.

- Pues, verás- Asher se tocó la nuca nervioso- llevo tiempo pensando y me gustaría ir un día juntos a cenar por ahí, ¿qué te parece?

- A ver, Asher- me aclaré la garganta- sí estoy dispuesta a cenar contigo, pero te quiero dejar claro desde ya, que no busco nada más que amistad.

Su cara era un poema, era similar a la que se te pone cuando te dan una patada en el estómago.

- Vale, perfecto, no esperaba más- giró su cabeza buscando a alguien- entonces- volvió a centrarse en mí- ¿este sábado te viene bien?

- Sí- bajé la vista a la bandeja con deseos de hincarle el diente a la pizza.

- Genial, paso a recogerte a tu habitación sobre las cinco- terminó diciendo alejándose de mí.

Cuando llegué junto a mis amigos, no tardaron en preguntarme al respecto.

- ¿Qué ha sido eso?- inquirió Thomas.

- Ha sido raro- respondí pillando a Asher con los ojos puestos en mí- me ha invitado el sábado a salir con él, pero ya le he dejado claro que solo amigos.

- Ese quiere algo más, ya lo verás- comentó Luca.

- Si quieres te acompaño para que se note que es una quedada de amigos- sugirió mi amiga.

- Sí, estaría bien- me animé pensando el momento.

- Yo puedo ir contigo, Patty- se ofreció Luca.

No pude evitar curvar mis labios hacia arriba recordando las palabras que Luca me había dicho antes. Deseaba lo mejor para los dos y me alegraba saber que iban a tener una especie de cita aunque solo Luca fuera consciente.

Mientras me metía un trozo de pizza en la boca, mi mente divagó a la conversación que había tenido con Asher. Sabía que le había dolido el rechazo aunque lo hubiera intentado disimular, pero la realidad era que no sentía nada por él.

El (estúpido) internadoWhere stories live. Discover now