—¿Eso es un sí? —me toma por sorpresa la voz de Matthew y vuelvo a la realidad.

—Está bien, pero solo un rato —accedo y una sonrisa ilumina su rostro.

Nos mantenemos charlando sobre cosas triviales mientras esperamos en la larga fila donde la mayoría no es aceptado y los echan. Por un momento pienso que también nos echarán y que habrá sido inútil toda la espera, pero cuando llegamos al guardia de seguridad que me sobrepasa en estatura por mucho nos permite pasar tomándonos por sorpresa.

Mi mente divaga a la pequeña Cat y vuelvo a revisar la hora, sólo pasaron treinta minutos que se sintieron como horas esperando. Realmente espero que no sea imprudente y no venga a buscarme, así que cruzando los dedos sigo a Matthew por el pasillo del lugar. Todo está en penumbras y un escalofrío recorre mi anatomía. Una sensación desagradable se instala en mi pecho y siento la necesidad de irme de este lugar por algún motivo que desconozco, haciéndome replantear si realmente estuve bien al venir.

Una iluminación de varios colores llama la atención al final, y cuando llegamos nos encontramos con la típica sala de club o bar. Con reflectores y todo tipo de luces, con gente tomando en la barra y otra bailando en una pista.

Quizás mi instinto se equivocó, aunque sería la primera vez.

—¡Esto es genial! —oigo gritar a Matt entre la música —. ¿Vamos a tomar algo?

Antes de que pudiera responderle tira de mi brazo, arrastrándome hasta el barman quien nos mira de una manera extraña cuando le pedimos una bebida pero aún así nos la prepara.

El pelirrojo se termina la bebida de un solo trago y yo me limito a observarla. Nunca había visto la mezcla de colores que reside en ella, aunque en realidad nunca había bebido. Era algo a simple vista que no era cualquier cosa, los tonos amarillos, violetas y rojos se mezclaban de una forma extraña. Como si fuera homogénea pero a la vez no. Acerco la copa hasta mi nariz y un aroma dulce me recibe, como si me sedujera.

Declino la idea de ingerir cualquier bebida que no conociera. Estoy a punto de dejarla sobre la barra cuando mi nuevo "amigo" me la arrebata y se la lleva a los labios.

—Si no la quieres, damela.

Ignoro su actitud para observar alrededor. Realmente siento esa sensación de que hay algo extraño, como si esto no fuera lo que realmente está pasando y fuera una simple alucinación.

—¡Escuchen! —una voz habla a través de un micrófono y el volumen de la música baja hasta ser nula —. Hoy es el mejor día de cada mes y lo saben —aplausos y gritos eufóricos se elevan entre la multitud —. Hoy nuestra bella luna nos proporcionará lo deseado, ¡disfruten, el show está por comenzar!

Más gritos y aplausos retumban en el lugar, mientras que yo estoy más confundida que antes. 

Soy consciente de la locura que nos rodea, del peligro que acecha cada día y por el que entreno constantemente. Pero verlo en vivo y directo es algo completamente diferente. 

La existencia de seres inhumanos que se alimentan de la sangre de personas inocentes siempre será algo que me dejará sin aliento. Que estruja mi corazón sin precedentes, haciéndome hervir la sangre de solo recordar el día en el que me enteré de todo. El mismo día que perdimos personas que queríamos. 

No es hasta que uno pasa adelante mío y distingo colmillos en su dentadura que me doy cuenta de dónde estamos y del peligro que corremos. Busco con la mirada a Matthew pero no lo encuentro y me altero. No debí hacerle caso, no debí permitir nunca que esto pasara. 

¿Cómo pude no darme cuenta?

Todas las señales estaban en mis narices y yo no las noté, ahora una persona inocente moriría por mi descuido. Por no haber sido lo suficiente inteligente para protegerlo.

La desesperación se apodera de mí y solo sé una cosa, debo encontrarlo. Me muevo de un lado a otro, busco por todos lados pero no lo encuentro. 

Choco contra alguien y el recuerdo de cómo conocí a Mat me invade, giro mi cabeza rápidamente deseando ver esos ojos tan llamativos pero termino viendo unos completamente diferentes. Azul, uno tan profundo que por un momento me deja sin respiración, pero reacciono inmediatamente. No puedo permitirme una distracción, no ahora.

Acelero el paso hacia la salida, con la esperanza de encontrarlo en el camino pero cuanto más avanzo, más derrotada me siento. Hay tanta gente que parece no verme, que me cuesta pasar entre ellos pero finalmente logro salir y lo veo vomitando sobre el césped. 

Nunca creí sentirme tan aliviada de ver a alguien vomitando.

—¿Estás bien? —suelto apenas llego a su lado e inspecciono su rostro.

—Sí, algo mareado. Esa bebida era bastante fuerte al parecer —vuelve a vomitar una vez más y refunfuña —. Odio vomitar.

—¿A quién podría gustarle? —replico en tono burlón.

Vuelve a tener arcadas pero esta vez no vomita, pareciendo vacío su estómago de tanto haberlo hecho.

—No puedo creerlo –suelta de golpe mirando al cielo y yo sigo su mirada con mis cejas fruncidas —. Supongo que las leyendas sí son ciertas.

Luna roja.

Sí, definitivamente las leyendas eran ciertas.

VIGILANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora