Veintiuno

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Era el tercer día haciendo ejercicio y su pobre cuerpo dolía como si un camión le hubiese pasado por encima, lo más lamentable era que el ejercicio no fue duro en absoluto

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Era el tercer día haciendo ejercicio y su pobre cuerpo dolía como si un camión le hubiese pasado por encima, lo más lamentable era que el ejercicio no fue duro en absoluto. Yesung se prometió no sobre exigirlo, después de todo primero debía acostumbrarse al ejercicio. Aun así, Baekhyun estaba casi muerto. Entrenó haciendo caminatas y algunas carreras para ambientar sus músculos, luego vino el verdadero trabajo. Carreras y entrenamiento con su lobo era parte del trato también, y su pobre animal se quejaba tanto como él.

Al menos ese día tenía un descanso para dedicarse a su arte. Con el caballete, estuches de pintura y el lienzo frente a él, Baekhyun trazaba con el lápiz el lago y las montañas a su alrededor. Ahí afuera, el viento era cálido y soplaba levemente, empujando sus muestras de pintura sobre una hoja de papel contra su baúl de herramientas. Mientras dibujaba, su mente serena trataba de encontrar algo que hiciera de esa pintura una obra maestra. No sabía qué.

Siendo cerca de las cinco de la tarde, con el atardecer garabateando en el cielo sus colores, Baekhyun esperaba la llegada de su esposo. Chanyeol le prometió llegar temprano para cenar juntos. Ahora ansiaba tanto verlo y pasar tiempo juntos se volvió una insaciable necesidad. Recordó sus encuentros pasados, especialmente aquellos que terminaron con sus cuerpos acariciándose bajo las sábanas, y su lívido maldito salió a flote. No podía ser culpado, su celo estaba a la vuelta de la esquina y causaba estragos en su mente, dejándolo aún más sensible en el cuerpo.

Se mordió el labio.

¿Qué tan malo sería retratar algo más allá de lo puro?

A su profesor bien podría no agradarle, pero él sentía un gusto particular por aquellos retratos que contaban una historia pasional. Entonces imaginó, a Chanyeol frente a él, desnudo, glorificándose en su anatomía rígida y su potente hombría. Su apetito despertó y sin saberlo estuvo trazando los rasgos de un hombre en el agua. Un Chanyeol desnudo que de costado sujetaba algo. Pero, ¿qué? A él, lo sujetaba a él. Ambos desnudos, con sus pechos unidos y sus brazos rodeando al otro. Los trazos débiles del lápiz contorneaban los espacios por donde su imaginación rellenaba el blanco con ficción colorida.

Le gustó.

Sonriendo, terminó de dibujar los contornos del lago y echó un vistazo a todo el cuadro. Era el perfecto inicio.

Tomando el oleo y la pintura, con un pincel fino empezó a darle vida a los bosques frondosos alrededor de la laguna. Matices luminosos que hicieron a esas figuras cobrar vida. Siguió con el azul turquesa del agua, bordeando la figura de los amantes. Destellos de sol acariciando las hondas que creaban los cuerpos pecaminosos.

Aunque la pintura no estaba totalmente seca, no pudo resistirse y comenzó a pintar a la pareja, apenas sus cuerpos poco detallados. Le dio forma y contraste a los músculos de su alfa, y a su propio cuerpo se atrevió a darle sutileza y sencillez. Escuchó el auto de Chanyeol llegar y su presencia le advirtió que debía dejar su pintura antes de que su esposo encontrara su vicio oculto. Pero la pintura fresca le impedía movilizarlo como quería y angustia le comía el juicio. Pronto escuchó a su esposo acercarse y no tuvo escapatoria.

El Defecto de un Omega (ChanBaek)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu