Lugar de paz -KATIE MCGRATH Y TÚ-

Ulises

Narras tú

–Iré al baño y salgo– corrí hasta mi celular y entré al baño llamando a mis amigas.

–¡Hola!– dijo Melissa –¿Cómo están?– suspiré.

–Las amo mucho, fue un gusto conocerlas, hicieron que mi vida fuera más feliz– susurré y se rieron.

–¿Qué te pasa ahora?– preguntó Chyler.

–Katie me dejó sola con su padre y hermanos, creo que quiere deshacerse de mí– se rieron.

–No te van a matar...o eso creo– comenzaron a asustarme más y no dejaban de reírse. Les corté para que no siguieran molestándome y fui lentamente al patio. Tenían unas palas en el piso, habían cajas y muchas cosas. Suspiré nerviosa y me acerqué tímidamente, notando que estaban haciendo un hoyo.

–Ten– uno de sus hermanos me extendió una pala –Ayúdanos a cavar– la tomé –Será tu tumba si le haces algo a mi hermana– lo miré casi petrificada.

–Espero que no encontremos algún cuerpo de los otros, no recuerdo exactamente dónde los enterramos– sentí un sudor frío y me miraron.

–¿Vas a quedarte ahí sin hacer nada?– miré a su padre.

–Yo...– en ese minuto hice un plan de cómo escapar, pero luego escuché una risa conocida y me giré, Katie estaba junto a su madre y la mayor grababa mientras mi novia reía a carcajadas, sus hermanos se unieron, solté la pala sentándome en el piso y cruzándome de brazos.

Katie se acercó a mí y se arrodilló a mi lado para abrazarme, besó mi mejilla y mi puchero de inmediato se transformó en una sonrisa.

–Por un momento vi mi vida pasando ante mis ojos, hasta me arrepentí de no haberte hecho más veces el amor– susurré la última parte y rió tomando mi mentón para besarme.

–Fue idea de ellos y no pude negarme– los miré.

–Me sorprende que no hayas corrido, uno de sus novios se fue enseguida– sonreí.

–No corrí porque mis piernas no respondieron– se rieron a carcajadas y nos ayudaron a levantarnos.

–Queremos preparar una carne asada, a mi hermanita le encanta– sonreí –¿Nos ayudas?– Katie negó pero yo asentí y fui con ellos hacia la parrilla.

Les ayudé a llevar la carne fuera y encendieron el fuego. Me estaban enseñando a cómo prepararla y luego uno de sus hermanos me dio los utensilios para que yo lo hiciera. Sentí unos brazos en mi cintura y luego un beso en mi mejilla.

–Nunca creí verte así– estábamos solas allí, ya que sus hermanos estaban acomodando unas sillas y mesas para comer fuera –Y me sorprende que no te hayas quemado– sonreí.

–¿Te gusta la carne así?– asintió –Por eso quiero aprender– me abrazó más fuerte y tomó mi mentón para besarme.

–Te amo tanto– sonreí.

–Te amo– nos volvimos a besar.

–¡Dejen de besuquearse! ¡La carne se va a quemar!– me separé de los labios de mi novia y di vuelta la carne.

–Si te queda rica quizás te ganes una noche interesante– mordí mi labio –Puedo gemirte en irlandés si quieres– susurró en mi oído y mi piel se erizó.

–Mi amor, no me calientes con tu familia aquí– se rió asintiendo.

–La costumbre, cariño– nos miramos durante unos segundos y ambas sonreímos.