►03

57 10 23
                                    



Keisi – 9 años. (1990)

Cuando desperté la canción del feliz cumpleaños comenzó a sonar más clara. Mis padres se encontraban al pide de mi cama. Mamá tenía una enorme sonrisa cantando tan bonito y papá tenía una pequeña sonrisa, apenas y se escuchaba su voz.

Di un salto, quedando de rodillas en mi cama uniéndome a mis padres, cantándome. Al fin había cumplido mis ocho años, estaba creciendo.

—¡Feliz cumpleaños, mi cielo! —Mamá aplaudía emocionada.

Me arrojé a sus brazos, aspirando su rico aroma a lavanda. Ella me dio un fuerte abrazo, me separé y luego abracé a papá.

—Felicidades, Keisi. —Murmuró.

Después de eso, pasamos el día juntos. Ambos me llevaron al parque, esta vez no jugué solo con mamá, papá también lo hacía. No podía parar de reír y correr.

Comimos helado los tres y al final fuimos al acuario. Este día fue el mejor que había tenido en mis nueve años de vida. Era una lástima que no tuviéramos una cámara, sin duda me hubiera gustado fotografiar este momento.

Tampoco quería pedir mucho, había visto a mamá pagar todo y como disimuladamente mordisqueaba su labio cuando veía su cartera. Tal vez las horas extras que cubrió en el trabajo era para esto, el remordimiento me hizo sentir fatal.

Con que estuviéramos los tres juntos sin peleas era suficiente para mí, pero otra parte de mí le gustaba esto, siempre quise venir a este tipo de lugares.

Tome la mano de papá jalándolo hasta un lugar más alejado, le hice una seña para que se acercara.

—Papi, ¿Tienes dinero? —Susurré.

—¿Para qué?

—Es que mami está pagando todo, no quiero que gaste mucho. Tú podrías ayudarla. —Sonreí, pero al instante despareció, debido a que el rostro de papá se endureció y frunció su ceño.

—¿Por qué debería hacer eso? —Gruñó. —Estas pidiendo mucho, Keisi. ¿Crees que cago dinero? No, me cuesta ganarlo y tu madre es una necia por querer hacer esto, de ella fue la idea, entonces ella paga. Si se queda sin dinero y no paga los servicios o nos quedamos sin comer es por tu culpa.

Se incorporó, metió las manos en los bolsillos y se alejó. Sentí mis ojos arder, al igual que mi nariz, quería llorar. Era como si me hubieran golpeado en el pecho, masajee la parte donde me dolía.

Me acerqué a mamá que se encontraba entretenida mirando a las medusas, jalé su vestido para llamar su atención. Ella giró con una enorme sonrisa.

—¿Te está gustando? ¿Ya viste a las medusas? Son mis favoritas hasta ahora. —Su entusiasmo me hizo flaquear, pero al final suspiré.

—Mami, tal vez deberíamos regresar a casa. —Susurré.

—¿Por qué? Aún falta de ir al cine, hace tiempo me dijiste que querías...

—Me estoy sintiendo un poco mal, creo que comí mucho helado. —Masajeo mi estómago, ella frunce el ceño.

—Entonces debería llevarte al doctor. —Murmuró.

—No, mami. Con que descanse un poco, seguro mañana amanezco mejor. —Le sonreí para no preocuparla.

—Oh, mi bella Keisi. Está bien, pero queda pendiente el cine. —Depositó un beso en mi frente, tomó mi mano y miró a todos lados en busca de papá. —Marco, nos vamos.

MURDERWhere stories live. Discover now