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Keisi – 7 años.


Cuando termino de cepillar el cabello de mamá, pruebo hacerle muchas trenzas. Al final ella se mira al espejo y parece satisfecha con el resultado, levanta sus pulgares.

—Eres una experta en los peinados, mi cielo. —Sonríe dando ligeros aplausos.

—Gracias, mami. Quiero que te veas muy bonita hoy, así papi no te pegará hoy.

Ella agacha la cabeza, sus mejillas se ponen rosaditas. Tomo su carita entre mis manos y le doy dos besos en ambas mejillas.

—¿Quieres helado?

—¡Sí! De fresa. —Bajo de un salto de la cama y corro a mi habitación a ponerme un suéter.

Mamá ya está en la sala esperándome, toma mi mano y salimos de casa. Caminamos por las frías calles de nuestra ciudad, le muestro lo bien que sé leer los carteles que encontramos en la calle y ella me felicita todas esas veces.

Al entrar a la heladería, la amiga de mamá que trabaja ahí nos saluda, alegre.

—Hola, pequeña Keisi. —Me sonríe, luego mira a mamá. —Y hola, hermosa Sarah. Tu cabello parece que tiene rastas.

—Keisi fue mi estilista hoy. —Presume mamá. —¿Verdad que son bonitas?

—Muy bonita. Keisi luego deberías peinarme a mí. —Dice Andrea, riendo. Asiento. —Bien, imagino que les serviré un helado de fresa y otro de pistache.

—Ya ni preguntes, sabes que siempre ordenamos los mismos. —Sonríe mamá.

Me gusta mirarla, ahora sus hoyuelos si están.

Observo como Andrea recoge las bolas de helado y las coloca en los conos. Aun no entiendo cómo se mantienen ahí sin caerse. La mujer no los entrega y nos despedimos.

Hoy es el día de descanso de mamá, no fue a trabajar. Así que desde que despertamos hemos estado jugando, platicando y limpiando.

Salimos de la heladería, vamos a uno de los parques cercanos. Jugamos entre los diferentes juegos, ella se sube al columpio junto al mío y competimos por quién llega más alto.

Yo gané.

—Debemos regresar, cariño. Está anocheciendo y tengo que llegar a prepara la cena para tu padre.

Asiento y tomo su mano. De nuevo vamos riendo y hablando de todo lo que vemos. Cuando estamos delante de casa notamos las luces encendidas, lo que quiere decir que papá ya llegó.

Un extraño sentimiento me inunda, es algo raro en mi pecho y sin querer estoy apretando la mano de mami.

Entramos a casa, el olor a alcohol llega a mi nariz. Hago una mueca y camino hasta el sofá donde se encuentra papá con una lata de cerveza.

—Hola, papi. —Sonrío, intento abrazarlo, pero él se levanta.

Mira a mamá con detenimiento y su ceño se frunce.

—¿Dónde estaban? —Murmura.

—Lleve a la niña por un helado y luego fuimos al parque. —Dice mamá con voz temblorosa.

—¡Mentirosa! —Grita papá, sobresaltándome. Retrocedo unos pasos y él se acerca a grandes pasos hacía mamá. —Seguro estabas con tu amante, maldita puta. —Él la toma del cabello de manera brusca y le alza la cabeza para que lo mire.

MURDERWhere stories live. Discover now