Luca abre los ojos de par en par, ahogándose con el agua que estaba ingiriendo. Deja el vaso donde estaba y se limpia la humedad con las sábanas.

- No sé ni por donde comenzar. – Se acomoda. – Primero, el ruido de las cosas cayendo fue lo que me despertó. Segundo, demasiados detalles. Tercero, ¿Por qué no me ignoraron y siguieron?

- Porque decidí cortar todo de raíz. – Luca me mira como si me hubiese salido un tercer ojo.

- ¿Por qué harías eso?

- Porque no estaba bien. – Jugueteo con un hilo de la sábana. – Es mi jefe y yo fui transferida para trabajar, no para ir y cogerme a mi superior.

- No. No le eches la culpa al trabajo. – Luca alza un dedo y lo mueve hacia los lados, negando. – Sos vos la que se está poniendo las trabas. Tenías la oportunidad de tirártelo y sabías que era mutuo, pero decidiste hacerte a un lado. No te entiendo.

Yo tampoco me entiendo.

- Vos sabes que lo de Caín es un polvo más y yo no soy así. – Suspiro. - ¿Cómo podría tratar con él dentro de la central sabiendo que estuvimos juntos?

- ¿Y lo que pasó con Marco? Eso parecía un come y vete. – Alza las cejas cuestionándome.

- Eso fue distinto. Yo solo quería saciar ganas, y no era él quien me las había producido. En cambio ahora... Ahora es Caín quien me las produce y no puedo cogerme a toda la central cuando él me descarte.

Luca junta sus cejas y tuerce la boca como si no entendiese lo que digo.

- ¿Te descarte? ¿Vos te has visto, Edén? Ese hombre tiene un hambre de ti que no parece fácil de saciar; Y si en un bocado se llena, vos vas y te tiras al mejor amigo.

Una carcajada sale de mi boca ante el comentario pero también me pone a pensar. ¿Qué me da más miedo? ¿Qué me descarte o que me guste de sobremanera?

ºº

Hemos pasado un largo rato hablando de diversas cosas hasta que Luca se ha dormido nuevamente. Lo cubro bien con las mantas y comienzo a sentir el peso de mis párpados, por lo que abandono el cuarto de mi mejor amigo con los zapatos en las manos y haciendo el menor ruido posible. Cierro la puerta con mucho cuidado y camino hacia mi habitación, que nuevamente tiene la puerta entreabierta.

Sin darle mucha importancia entro y tiro mis zapatos para un costado, al mismo tiempo que camino hacia el baño sin detallar el área. Dejo la puerta abierta, enciendo la luz y el espejo parece burlarse de mí.

Mi cabello desprolijo y mi maquillaje casi inexistente contrastan con la elegancia del vestido que he llevado toda la noche. Ese vestido me está matando. La voz de Caín resuena en mi cabeza y me produce escalofríos, haciendo que mi espalda se asquee ligeramente y mi sistema se comience a calentar.

Como imágenes fugaces se me vienen momentos puntuales con él. Momentos que me erizan la piel y me quitan el aliento.

Cuando nos reencontramos y bailé para él, logrando ponerlo al cien y dejarlo así.

El día que peleé con la teniente en la cafetería y me tuvo que regañar.

Su lengua sobre mí sudada piel en el baño de la discoteca.

Mis piernas enganchadas a su cintura para atraer su dureza contra mi sensibilidad.

Su boca recorriendo mi mandíbula, cuello y pechos.

Los recuerdos hacen que me recueste contra la pared del baño. Mi mirada está fija en mi reflejo, el cual parece más que extasiado. Mis pezones han vuelto a hacer presencia al marcarse sobre la fina tela celeste y mi pecho sube y baja con irregularidad nuevamente.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora