Capítulo 36. Mi hombre.

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-¿Qué le pasa? ¿Ha ido a verlo? -Preguntó el marqués a Logan, quien se había convertido en su informante.

-No lo sabemos. Desde que salió de la casa del condesito... del ex conde -Se corrigió. -no ha dicho ninguna palabra. -Le respondió.


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La loba cabalgó hacia su vieja y casi olvidada cabaña. 

Era una mañana extraña hasta para la naturaleza, Valengo en sí era un país un tanto diferente a los demás, aunque su gente era de la misma calaña que los otros. Enormes pinos y árboles centenarios se alzaban majestuosos en una lucha encarnizada con el viento, que indiferente a todo, luchaba por doblar las ramas de los viejos árboles.

De pronto sintió que no pudo más.

Azuzó a Bucéfalo para que cabalgara con más velocidad mientras lloraba desconsoladamente. ¿Cómo podía haberle pasado eso?... Un día lo tenía todo, y al siguiente, nada.

Al entrar por la vieja puerta y mirar lo que ella había considerado hogar, trato de serenarse y decirse que el sueño finalmente había terminado, que ella volvería a su antigua vida. pero al pensar en  todas las personas que se verían afectadas por su doble vida supo que no había vuelta atrás.

El amor podía construir y destruir, fue su simple razonamiento, tanta fue su decepción que deseó nunca haber conocido al conde.

Con un quejido lastimero se sentó en su pequeño catre mientras los recuerdos de aquella vez que se conocieron se reprodujeron en su mente como queriendo aumentar aún más su tormento. Sólo buscaba una manera de disminuir el dolor de la traición y olvidando su espalda mallugada se levantó y se dirigió hacia el sótano buscando lo único que conocía para olvidar aunque fuera por un momento su situación.

Regresó hacia su pequeño catre cargada de un par de botellas del mejor whisky escocés que su amigo el extranjero le había regalado. Ella nunca tomaba indiscriminadamente, y mucho menos licor que embriagara, pero aún así dirigió el pico de la botella a sus labios mirando la puerta.

Tratando de  no pensar.

-¡Madrina!¡Madrina! ¡Te he extrañado mucho! ¿Tu no nos abandonarás, verdad? ¿Tú no te irás como mis padres? ¡No!¡A tí no te pasará nada!¡¡Tu eres el lobo a quien todos temen!¡Eres invencible!¡Mi hermana y yo estamos orgullosos de estar contigo, bueno, mi hermana aún no lo sabe, pero también está orgullosa de ti y de cómo nos salvaste!

Una voz que en tan pocos días había entrado en lo más profundo de su corazón la hizo detener la botella a unos centímetros de su boca.

Con cargos de conciencia por lo que había estado a punto de hacer se levantó.

-Hasta aquí se ha acabado, Maximilien. No me volveré una borracha mientras tu te revuelcas felizmente con una cortesana. -Dijo en voz baja mientras rebuscaba en la pequeña caja las cartas que no se había atrevido a abrir, y esa noche las leyó una por una.


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Mi amadísimo hermano.

Espero que Martina y tú se encuentren bien de salud, ya han pasado tres semanas desde que mandé la primera carta y aún no me habéis respondido, pero confío en que habrá sido por una causa que no podéis controlar.

Mi marido y yo nos hemos reconciliado, no ha sido nada grave, pero a él no le gusta que salga de Vensurensi, ahora mucho menos, que le he vomitado en los zapatos y ha tenido que enterarse que estoy embarazada.

LA LOBA VINTERIWhere stories live. Discover now