Y fue esa curiosidad la que originó un vocablo que terminó por convertirlos en completos humanos; Pecado.

Adán era la creación favorita de Dios. Obediente, servicial y absurdamente perfecto.

Eva era osada y atrevida, era quien estaba dispuesta a ir más allá para saciar su curiosidad.

El relato original nos cuenta sobre una Eva inocente que se deja envenenar por la serpiente, desconociendo las malévolas intenciones de esta. Pero, para mi creer, me gusta pensar que la primera mujer que pisó la tierra no era tan ingenua como nos la retratan.

Eva estaba conforme con las infinidad de creaciones que Dios les ofrecía, pero dentro suyo se fue originando una pequeña llama que no cesaba. El fuego crecía y crecía, y a su paso el ardiente placer de cometer un acto indebido.

Un día, en uno de esos monótonos momentos que se repetían una y otra vez, Eva se topó con la serpiente. Esta fue el impulso insano que ella necesitaba para romper con cualquier cadena que la sometía. No está demás decir que el diablo era quien vestía un disfraz de reptil, pero creo esa es una historia que les contaré luego.

Eva probó del fruto prohibido, o eso es lo que se dice. Cayó en la tentación y con ella trajo a Adán, uniendo sus celestiales figuras en una y fornicando. Sí, fornicando porque cumplieron el deseo más animal del ser humano.

El Edén se llenó de olor a sexo, gemidos que resonaban como un coro placentero y gotas del sudor más deshonesto. Fue así como el paraíso fue irrumpido y manchado de la peor forma, siendo traicionado por sus dos huéspedes.

Eva y Adán habían pecado.

No solo porque desobedecieron la única regla que les impuso su creador, sino que también habían descubierto una fórmula inmoral e indigna para que el mal reine sobre el bien. Ambos habían abierto los ojos y eso fue motivo suficiente para que Dios los desterrara del paraíso, condenándonos a rendar los alrededores durante la vida eterna, siendo etiquetados como los primeros pecadores.

Visto así puede sonar atroz y triste su final, siendo que fueron despojados de todos los lujos y comodidades que Dios les otorgó, pero si leen entre líneas podrán notar cómo, gracias a la curiosidad de Eva y lo influenciable de Adán, fuimos bendecidos con el conocimiento del mal.

El bien y el mal nos limitan. Nos encierran en un mundo de creencias morales absurdas y terminan por crear un prejuicio social sobre nuestro actuar, siempre y cuando este no siga lo impuesto. Eva es símbolo de rebelión, y como ella todos somos. Venimos al mundo con ganas de saciar necesidades y curiosidad inhumana, y no podemos suponer que las creencias sean cadenas suficientes para parar esos impulsos.

Fuimos creados por obra y gracia del Señor, pero no podemos negar el hecho de que somos y nos comportamos como animales. Perversidad habita en nuestros corazones, calamidad proviene de nuestro interior y nuestros ojos reflejan deseos lúbricos.

Somos animales y no hay nada que podamos hacer al respecto. Desde que nacemos hasta que morimos ardemos en deseos irracionales de cometer actos que salgas de lo correcto, para así sentir al final del día que somos más humanos de lo que creíamos.

Dios fue consciente de que el fruto prohibido depositó una pequeña semilla en lo más profundo de nuestro interior, y que poco a poco esta va floreciendo hasta crear sólidas raíces que se alimentan con el pecar. Fue así como él creó una lista de actos que al ser cometidos no tendrían perdón y nos condenarían a una vida de sufrimiento, o eso fue lo que nos hicieron creer.

Esta lista les puede sonar conocida, aunque su nombre original es un poco más tentador; Los siete pecados capitales.

Los siete pecados mortales son la muestra clara de las obras que no podemos evitar cometer, y que al hacerlo nos convertiríamos en seres indomables.

Somos soberbios, lujuriosos, envidiosos, golosos, perezosos, avaros e iracundos.

No podemos evitarlo.

El cielo nos aborrece y el infierno nos aclama. Recibimos el odio de lo celestial pero la glorificación en el inframundo. Dios nos expulsa del paraíso pero Lucifer nos ofrece la dulce manzana.

Un pecado mortal es el cual priva a tu alma de la eterna gracia del Señor y te abre las obscenas puertas del averno.

Despójate de toda creencia y sumérgete en un lago de sensualidad e impudicia.

Esta historia está cargada de amores obsesivos, tóxicos y asfixiantes.

Esta historia cuenta relatos sobre relaciones carnales, sucias y excitantes.

Esta historia narra actos atroces, inmundos y terrenales.

Esta historia nació de esas siete obras infernales y sugestivas que nos someten.

Esta historia es el vívido sinónimo del pecado, y estas invitado a arder en ella.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora