Baja del escritorio y camina entre las cosas que he tirado en un arranque, aunque inconscientemente tomo su brazo cuando pasa junto a mí. Sus ojos se clavan en los míos y piden que hable.

- Sabes que esto no acaba aquí, al menos que tu lo pidas.

- Lo sé, y por eso vamos a cortarlo de raíz. Fue un desliz y ya.

Su comentario vuelve a desconcertarme. No puedo con ella. Su ir y venir me marea y no puedo comprenderla; Hace unos minutos gemía ante mi tacto y ahora parece repelerse con mi presencia. ¿Qué es lo que de verdad quiere?

Nunca he sido menos por una mujer y la vez que decidí intentarlo terminó mal. Si ella quiere eso, lo tendrá. Para sexo y placer puede buscarme, pero yo no pienso ir tras alguien que no termina de entender cuáles son sus necesidades y como funciona esto. Soy su jefe, no su gigoló, y será mejor que ambos empecemos a asumir esas verdades.

- Nos vemos en la central, capitana. – Es lo único que pronuncio antes de abandonar el asfixiante cuarto.

Bajé del ascensor y saliendo de este mi hombro chocó contra el de un encapuchado, que ni se inmutó ante la situación. Sin darle importancia a la situación abandoné el edificio, dejando que la brisa de la noche enfría mis pensamientos, más no mi cuerpo. Sigo caliente y no suelo acostumbrar a andar cachondo por una mujer. Subo a mi coche y cierro la puerta con más fuerza de la acostumbrada, pongo a rugir el motor y conduzco a toda velocidad por las desoladas calles de Colombia.

Los dos sabemos que por más odio que nos provoque el otro, nuestros cuerpos se entienden a la perfección y esta noche ha sido el claro ejemplo de eso. Los sentimientos no están invitados a esta jugada, pero tarde o temprano volveremos a encontrarnos.

ºº

Antes de que mi vuelo salga he decidió ir hacia donde para Grace para despedirme y disculparme por mi ausencia en la cena de presentación.

- No importa, Caín. Has venido y eso es lo que cuenta. – Intenta evitar que sienta que soy mal amigo, pero la verdad es que me he comportado como un hijo de puta desde que nos vimos aquel día en el café. La he ignorado y ella no se lo merece.

- Me porté como un idiota y nada fue tu culpa. – Eso es suficiente para que ate cabos y abra sus verdosos ojos de par en par.

- ¿Volviste a consumir? Dime que no, por favor.

Mi silencio es la respuesta. No le debo explicaciones pero tampoco pienso mentirle.

- Solo prométeme que estarás limpio para la boda. No quiero que la familia de Tiago piense que mi dama de honor hombre está drogado. – Intenta aportarle humor a la situación.

- Puedo intentarlo.

- Me haría muy feliz. – Dice a la vez que me abraza. – Ten cuidado en el viaje e intenta mantenerme al tanto sobre... el trabajo.

Pongo los ojos en blanco al darme cuenta de sus intenciones. Grace parece haberse encaprichado con Edén desde el día que le conté sobre el odio que nos teníamos y lo mal que nos llevábamos, y lo ocurrido anoche solo alienta a sus descabelladas teorías.

- ¿Qué? No puedes negar que la química que se traen entre ustedes es algo fuera de lo normal. – Se encoje de hombros. – Además, es una chica preciosa e inteligente.

- El estrés del matrimonio te hace ver cosas que no son.

- Y a ti tu soberbia te ciega y no te permite ver lo que te pierdes. – Responde y le pongo la mano en la cara para que se calle. - ¡Suéltame!

Lo hago mientras suelto una carcajada. No podría sobrevivir sin ella y lo sabe.

- Te escribiré cuando llegue, si me acuerdo. – Digo y ahora ella es quien pone los ojos en blanco. – Y avísame cuando haya otra cena.

Arder | Versión en españolWhere stories live. Discover now