Mis manos soltaron su cadera para amasar su trasero, disfrutando de la dureza y tamaño de este. En el momento que Edén junto sus piernas en mi espalda e impuso más fuerza entre ambos, haciendo que el bulto en mi pantalón chocara contra su húmeda entrada, me perdí.

Todo cualquier sentido racional que cree con los años abandono mi cuerpo y me convertí en un animal. Dejé de pensar con claridad y fui invadido por la incesante hambre de su cuerpo. Necesitaba oírla gemir con cada embestida mía o ver sus pechos rebotar cuando saltase sobre mí, necesitaba acabar con esta estúpida tensión sexual.

Muerdo su labio inferior y desciendo por su descubierto cuello para llegar al inicio de sus senos, donde me concentro en morder, lamer y besar. Inhalo el olor que desprende su piel, a sudor, perfume y sexo, dejándome hipnotizar con él.

Edén vuelve a presionar su punto sensible contra mi verga, haciéndome volver por un par de segundo.

- Edén, ¿Estas seg... - La voz me sale rasposa aunque me corta.

- No me hagas arrepentirme de esto, Caín. – La respiración le dificulta el habla pero no necesito más que eso para volver a reclamar su boca con desesperación, caminando con ella encima y depositándola sobre el escritorio.

Sus piernas se abren y me dejan posicionarme más cerca suyo, me atrae más a ella cruzando nuevamente sus piernas tras suyo, y es tanta la cercanía que puedo sentir como la tela de su tanga está empapada en fluidos que he causado. La gloriosa sensación me hace soltar un gruñido que se asemeja al de un animal. Mi mano caza su pecho derecho y lo aprieta con una fuerza moderada, mientras juego con su erecto pezón. Tienen el tamaño perfecto para caber en mi mano.

- Dios mío. – Exclama.

Su mano baja con desespero sin despegarse de mi boca, apretando el pronunciado bulto que ha formado en este corto lapso de tiempo. La sensación me toma de improviso y causa oleadas de calor en mí. Puedo sentir como se tensa al tomar conciencia del grosor de este, por lo que mi ego se eleva a niveles inalcanzables ante su reacción.

Si mi verga normalmente tiene un tamaño descarado cuando se endurece, la forma en la que Edén me calienta ha hecho que este duplique su tamaño. Me siento una bestia insaciable e indomable, solo requiero de su cercanía y sexo. Ya mismo.

Con un jadeo le doy a entender que continúe lo que ha empezado, sintiéndome en el cielo cuando su ágil mano desprende mi cinturón y baja el pantalón para toparse con mi bóxer, el cual parece querer reventarse ante la presión que mi miembro le impone.

Su fría mano caza mi verga para generarme escalofríos placenteros en todo mi ser, aunque el tamaño de este le dificulta el movimiento de una paja. No importa, siento que si su mano sigue tocando y presionando la zona en cualquier momento voy a acabar.

- Mierda, Caín. – Abandono sus carnosos labios para reír ante su cometario. Aprovecho ese par de segundos para detallar como sus pupilas se han dilatado ante las sensaciones provocadas y como sus labios se mantienen entreabiertos para poder respirar mejor, aunque todo el cuarto se ha llenado de nuestros gemidos y latidos.

Avanzo para volver a devorar su rosada boca pero un grito, proveniente de la habitación continua, nos detiene. Su amigo parece desesperado de verla y Edén ha perdido toda la soltura, mirándome apenada y como si no pudiese creer lo que ha pasado.

Y así es como bajamos del cielo para estamparnos contra el duro suelo.

- Esto... Yo... Tengo que ir a verlo. – Intenta explicar, bajando su vista.

- Y yo debería irme. – Digo para quitarle un poco de culpa. ¿Desde cuándo soy misericordioso?

Meto mi verga, que aun está dura, en mi pantalón y cierro mi cinturón. Edén se acomoda el vestido, impidiendo que mi vista siga clavada en el tanga de encaje negro que lleva y se arregla el cabello, el cual he despeinado cuando la he sujetado para besarla.

Arder | Versión en españolDove le storie prendono vita. Scoprilo ora