Puedo entrar al antro y conseguir más de diez mujeres a las cual follarme y ponerlas a gritar, pero el hecho de que Edén me ignore y tenga actitudes tan cambiantes con mi persona me eriza la piel y me divierte, por lo cual no voy a dejar ninguna oportunidad en la que pueda hacerla sentir como yo me siento.

El camino hacia su departamento fue callado y tuve que agradecerle a Dios eso, ya que la capitana tiene el don de abrir la boca y no poder cerrarla por horas. Terca. Cargué a Lucio hasta su habitación y Edén se encargó de desvestirlo, por lo que era mi señal de salida. La situación había cambiado y no era el mejor momento para llevarla al límite, por lo que decidí apartarme.

Caminando por el corto pasillo de lo que fue su departamento una vez, me vi tentando a ingresar por la puerta que tenía una fina E tallada en la madera. La manija cedió y pude saborear el cambio de aire y aroma, respirando su suave fragancia. La luz de la luna era suficiente para mostrarme la enorme maleta abierta en el suelo y como esta contrastaba con el orden del lugar. Todo era extremadamente fino y delicado, pero la combinación de colores lo hacía ver más maduro y sensual.

Caminé con el suelo de madera crujiendo bajo mis pies y observando cada rincón del lugar. Todo allí gritaba su nombre y parecía tan íntimo como preciado. Estaba dispuesto a abandonar el cuarto cuando una foto en particular del mural que yacía en la pared captó mi atención.

Una mujer junto a una pequeña Edén hacían muecas a la cara, rodeadas de felicidad y tonos cálidos. Edén parecía ser una mini versión de la mujer, ya que el color de pelo, piel y ojos eran exactamente iguales. Sus rasgos se asemejaban muchísimo, solo que los de la capitana parecían estar más acentuados. La confusión invadió mi cuerpo cuando la idea de haber visto esa mujer antes empezó a rondar en mi cabeza.

El expediente de Edén tienen registrado que su madre falleció cuando esta era solamente una niña, por lo cual era ilógico haberla visto en persona recientemente; Algo en ella me resultaba extrañamente familiar.

Mis pensamientos vagaban por mi mente e intentaban hallar una explicación ante esto, tanto me distendí que no noté que Edén me había encontrado hurgando entre sus cosas. El tema de su madre no pudo ser aclarado ya que cuando se inclinó frente mío para alcanzar algo del estante no pude resistirme a sentir su cuerpo y la tela del vestido.

Mis manos ansiosas fueron a parar a su pronunciada cadera, disfrutando del mero roce que mis pulgares hicieran contra esta. A simple vista parecía un gesto que evitaría que ella cayera, pero en realidad quería disfrutar su cercanía lo más que pudiera antes de que ella pusiera un alto. Deseaba que no lo hiciera esta vez.

Edén se tensó y volteó para quedar frente mío, pero ninguno dijo nada. La inocencia en sus ojos y el ambiente cargado en tensión me llevaron a pensar que debíamos frenar esto antes de que se nos fuera de las manos, aunque me veía incapaz de hacerlo cuando sus dedos rozaban con lentitud mi barba.

- Creo que debería irme. – Mi voz rompió con el silencio. Su expresión se transformó y sus ojos se oscurecieron, creando una respuesta totalmente diferente a la que esperaba.

- Creo que deberías callarte y besarme. – Rebatió.

Asombrado e intrigado analicé una vez más que reflejaban sus oscuros ojos, intentando averiguar qué pasaba dentro de ella; Pero fue un intento fallido, ya que allí solo yacía una pequeña llama de deseo que me llamaba a quemarme en ella.

- Al carajo. – Dije antes de chocar mi boca contra la suya. La sensación de calidez y delicadeza que me recibió al hacerlo movió algo dentro de mí y me endureció la verga. Abrió su boca dándome paso a que nuestras lenguas se unieran e hiciéramos el beso aun más sucio.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora