Epílogo

1.8K 238 79
                                    

Era el primer cumpleaños del inquieto Engel que con alegría recorría todo el salón principal de la mansión donde celebraban su fiesta. Siguiendo un globo color azul tenía a Sebastian tras suyo, cuidando sus pasos.

—Joven amo... Se ve pálido. ¿Se siente bien? ¿Llamo al señor Sebastian?

Hablaba Meyrin al notar como su amo trataba de disimular su malestar.

—Ya se me pasa, debe ser que comí mucho dulce.

—Ayer también lo vi un poco pálido... Debería ver al médico. 

—Estoy bien... Ya se me pasará.

Malhumorado le respondía, no quería que Sebastian notara sus extraños malestares de estos días. Con sigilo y al ver como su demonio estaba distraído aprovechó para ir al baño a refrescar su rostro, se sentía algo mareado.

—Oye niño... ¿Cuando vas a decirle?

Una extraña voz le cuestionó asustándolo en uno de los pasillos.

—Usted... ¿Qué hace aquí?

—Solo pasaba a dejarle un regalo a mi nieto, no le digas a mi hijo que estuve aquí.

—¿Y qué se supone no le he dicho a Sebastian?

—¿En serio no lo has notado?

—¿Qué?

—Me harán abuelo de nuevo pero ahora si lo concibieron naturalmente. —Con un tono pervertido le insinuaba a lo que Ciel se sonrojó— Bueno no tan naturalmente porque el efecto del brebaje que te di para que concibieran a Engel con un beso al parecer hizo un efecto contrario para que tu pudieras concebirlo ahora. Que raro es esto, no lo esperaba.

—¿No lo esperaba? No le creo.

—De todas formas, felicidades.

—¿Y por qué debo tenerlo yo? ¿Por qué no Sebastian?

—Quién sabe...

Encogiéndose de hombros solo desaparecía sin decir más, el conde se quedó pensativo quizás era verdad, eso explicaría el por qué se estaba sintiendo extraño hace unos días, estos malestares le recordaban mucho cuando Sebastian también los tenía. En un resignado suspiro aceptaba su destino ¿Otro niño más? Si ya tenía bastante soportando a su demonio que era bastante infantil a veces y a Engel con la inquietud propia de su edad. Seguramente iba a enloquecer pero aún así se emocionaba al imaginar otro bebé producto del amor entre ellos.

—¿Qué sucede Ciel? Has estado muy callado desde la tarde.

Por la noche el demonio le cuestionó al notar la extraña actitud de su amo cuando lo preparaba para dormir.

—¡Papi...!

El pequeño revoloteando entraba a su habitación abruptamente.

—Engel ya te he dicho que toques la puerta antes de entrar, podemos estar desnudos haciendo cosas...

—Sebastian, no le digas esas cosas...

—Engel debes tocar la puerta... ¿Recuerdas? Es por respeto al espacio y privacidad de los demás no por lo que dijo tu idiota padre.

—Si entiendo... Lo siento...

—Ya ves, así se le habla a un niño...

Con cariño Ciel se abrazaba a su pequeño que había crecido un poco y hablaba más fluidamente, con esfuerzo trataba de levantarlo.

—No papi... No hagas fuerza el bebé se te va a salir.

El joven de mirada azulina se sonrojó todo, ahora odiaba tener un hijo tan parlanchín.

—¿Cuál bebé? —Sebastian cuestionó confundido.

—El abuelo me dijo que cuidara a mi hermanito.

—¿Tu abuelo muerto o tu abuelo demonio?

—¡No preguntes idioteces! —Le regañó Ciel— No puedo creer que tendré un hijo de un idiota como tu... ¿Abuelo muerto? ¿Te burlas de mi padre?

—Ciel... ¿Tendremos un bebé? —Todo emocionado el demonio cuestionó acercándose lo abrazaba por detrás muy cariñoso.

—Si... Eso creo... No te emociones tanto quizás ni sea cierto.

—Quiero dos hermanitos... Ten gemelos. —Pedía inocente Engel con una sonrisa abrazándose a sus piernas.

—Maldición... Ustedes dos me van a enloquecer...

Ciel refunfuñaba con fingida molestia sintiendo el empalagoso amor de los dos, aunque quizás no era tan malo ser amado de esta manera porque ciertamente lo hacía feliz y esta felicidad era compartida para quienes el amaba.

Quizás este era un infierno anticipado de lo que venía en su futuro. 

Regalo Perfecto Where stories live. Discover now