Convivencia

1.8K 226 65
                                    

Las primeras horas de convivencia  entre ellos hubo algo de tensión, ya que ninguno se atrevía a mencionar palabra para iniciar conversación. Ciel siendo orgulloso y tímido tampoco se esforzaría en dar la iniciativa así que solo se dispuso a dormir como excusa para no seguir en esta palpable incomodidad. Ambos no lograban entender el porqué se sentían de esta manera cuando antes habían estado en esta situación, apartados en un escondite y a solas aunque existía una obvia diferencia ahora, el motivo de esta incomodidad crecía en el interior de Sebastian; ese pequeño concebido de extraña forma estaba complicando sus vidas.
 
—¿Por qué estás tan molesto conmigo?

Era la temerosa pregunta de ese pequeño ser en el interior del demonio, sentía como el aura de su padre era más densa que hasta parecía quemarlo, removiéndose lento gimoteaba un poco, no quería morir sin haber visto el mundo, sin ver a Ciel.

—Es tu culpa todo esto, el estar en este lugar, estar así con él... No puedo verlo como antes, no sé si me molesta o incomoda tenerlo cerca. Estoy confundido, me fastidia que me contagies tu humanidad, esas emociones, estos estúpidos pensamientos —Era el murmullo del demonio, su semblante reflejaba una evidente frustración casi de inmediato en un profundo respiro calmaba su ser entero después de todo ya se había desahogado— Mira la hora hay que preparar la cena...

Observó su reloj de bolsillo y como si nada hubiera pasado se dirigía a la cocina con prisa, no podía dejar de cumplir sus deberes de mayordomo porque sentía que como demonio ya había fallado, al sentirse humillado ante tales circunstancias. El pequeño prefirió quedarse callado entendía lo que sucedía y no podía evitar sentirse una molestia a veces.

—Hasta que por fin te callaste... — Sebastian comentó minutos después mientras preparaba la cena para su amo, el pequeño estaba despierto pero se negaba a hablar ante la respuesta que escuchó antes— ¿No me digas qué te resentiste? ¿Sabes? Te vas pareciendo cada día más a él y eso es lo que me molesta en realidad de ti... Que nazcas, te parezcas a él y no pueda odiarte.

—Papá... Eso quiere decir... ¿Qué tu lo amas?

—No lo odio pero tampoco lo amo, siento cierto apego pero no es como tú piensas.

—Es blanco o negro. Es amor u odio. No hay intermedio, deberías saberlo bien papá.

—Querido mío, tú eres un intermedio así que no me hables de intermedios...

El demonio con tono burlón replicaba a la extraña sabiduría del pequeño a la vez se daba golpecitos en el vientre, el niño se removía dentro suyo más tranquilo al no sentir la hostilidad de su parte, le alegraba que su padre empezara a admitir lo que estaba sintiendo aunque sea de mala gana.

—Joven amo... Despierte, preparé la cena. —Sebastian lo removía sutil en la cama para que se levantara, ya había anochecido. Ciel con pesadez abría los ojos mirando a su demonio sentado al filo de su cama torcía la mirada recordando su fría actitud de horas atrás— Los dos son unos resentidos...

—¿Me levantas solo para escuchar tus reproches? Lo que yo soy de resentido tú lo eres de idiota entonces. —Ciel resentido murmuraba.

—Si lo sé... —Con una forzada sonrisa lo admitía— A manera de disculpas por mi comportamiento preparé su postre favorito.

Diciendo aquello le enseñó el trozo de pastel de chocolate que había traído  en la charola, Ciel miraba el postre de reojo disimulando lo ansioso que estaba por comerlo la verdad era que moría de hambre, a regañadientes empezó a comerlo.

—¿Por qué haces esto? —Preguntó el conde con la boca un poco llena.

—¿Hacer qué? Es mi deber de mayordomo servirle la cena siempre ha sido así ¿Por qué hay que debemos cambiar nuestra rutina?

Regalo Perfecto حيث تعيش القصص. اكتشف الآن