Despedida

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Ciel malhumorado pensaba en como de todas las palabras que podía haber dicho su hijo la primera tuvo que ser "Gato" y seguramente ahora tendrían que darle ese animal como mascota.

—No hijo... Papá tiene alergia no podremos tener un gato.

El malhumor del conde desapareció al oír esa aclaración de su demonio, era tan dulce que lo antepusiera a su deseo de tener un gato, cuando bien pudo aprovechar la oportunidad de tenerlo.

—Pe... rro... —Dijo el pequeño ante la negativa anterior, parecía que en si no tenía mucha predilección por ningún animal. Ese detalle fue notado por sus padres que sonrieron entre si.

—Entonces será un perro y lo llamaremos Sebastian en honor al primero que tuve.

—Que gracioso...

Sebastian decía sarcástico a la vez que sonreía acariciando el suave cabello de su amo, quien le devolvía la sonrisa pero con malicia. El niño los miraba atento, era interesante presenciar esa dinámica entre ellos, algo que no había sentido cuando estaba en el interior de su padre demonio.

—Serviré la cena y seguiremos hablando del asunto.

Ciel solo asintió con la cabeza, embelesado lo veía regresar a la cocina, el bebé notaba la mirada de su padre para molestarlo paraba su boquita parecía simular dar besos.

—No molestes... —Refunfuñó apenado el conde, estaba enamorado y no podía disimularlo. Sentía como si algo se había liberado en su interior, el odio y dolor que lo mantuvieron atado por años habían desaparecido ¿Tenía sentido su venganza ahora? Podía iniciar una nueva vida, no debía probar nada a nadie, ni siquiera a Sebastian.

—Pa... pi... —Le llamó el pequeño interrumpiendo sus pensamientos.

—¡Sebastian...! ¿Escuchaste como me llamó?

Emocionado hablaba porque la tercera palabra de su hijo era para el, lo abrazaba con alegría no podía describir la sensación que producía una simple palabra pronunciada de esos pequeños labios balbuceantes.

—No lo oí... Dilo de nuevo... —Decía el demonio acercándose con prisa a los dos.

—No... —El bebé tajante le respondía.

—Su cuarta palabra. —Se burló el conde.

—Que malo eres, bebé diabólico.

—No le digas así...

El bebé enfuruñado miraba mal a Sebastian por llamarlo así aunque sonreía al ver como Ciel lo defendía. En toda la cena no volvió a repetir la palabra "papi", por capricho mas no porque no pudiera hacerlo. Ya avanzada la noche estaban listos para dormir, el conde se sentía un poco nervioso porque ahora que habían aclarado sus sentimientos tal vez su demonio pretendería algo más que solo abrazarse y dormir. No estaba listo para eso todavía.

—Joven amo, aquí dejo su pijama limpia.

—Si, iré a cambiarme.

—¿Necesita ayuda?

—No soy tan inútil puedo vestirme solo —Murmuró molesto tomando la pijama se encerraba en el baño.

—¿Y ahora que hice?

Sebastian se cuestionó al ver su extraña actitud, no lo entendía, ya que no tuvo la mínima intención de molestarlo al preguntar si necesitaba ayuda. El bebé en su cuna solo se encogía de hombros como respuesta en medio de un bostezo, alzando sus brazos pedía que lo cargara mientras con la mirada señalaba la cama.

—No deberías dormir en la cama pero esto podría aliviar la tensión entre el joven amo y yo... —El demonio tomaba a su hijo entre sus brazos e iban a la cama— Contigo aquí no puede echarme de la cama. Perdón por usarte de esta forma pero quiero dormir con tu "papi".

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