Capítulo 40: Juro que nunca le mentiré a mi esposa Zhou Luoyang

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PRESENTE.

A la mañana siguiente, en el Hotel La Península:

—¡Fue muy arriesgado! —exclamó Zhou Luoyang—. ¡Una completa locura, locura absoluta! ¡Tenía una pistola! ¡¿Y luego te enfrentaste a él con las manos vacías?!

Du Jing tomó un sorbo de café.
—Pensé en asesinarlo si fuera necesario.

—¿Por qué lo matarías?

El hombre lo miró y preguntó con indiferencia—: ¿Sabes quién es?

—No...

—¿Entonces?

—¿Quién es? No me importa quién sea. ¿Por qué te reuniste a solas?

—Debe haber comprado una buena cifra de seguro de vida. El beneficiario se habrá alegrado mucho. Por supuesto, también tengo un seguro de vida.

Zhou Luoyang experimentó que su irritación incrementaba. Observó a Du Jing y dijo—: Explícame con sinceridad.

—Trabaja para mi antiguo jefe —informó—. Es un nuevo recluta de la Asociación de Agentes.

—¿Por qué te enfrentaste a él?

El contrario se quedó callado unos minutos. —Por cosas del pasado.

Preocupado, Zhou Luoyang preguntó—: ¿Todavía no te dejan en paz incluso después que dejaste la organización? ¿Es por información clasificada?

Du Jing fue conciso en su respuesta. —No —El joven frunció el ceño, confundido. La otra parte lo pensó un poco y explicó—. Se trata de un viejo caso y un fallecimiento. El nuevo miembro de la asociación quiere reabrir el tema. Sup sospecha que estoy involucrado en esa muerte.

—¿Quién murió? —indagó.

—No puedo decirte —Su voz fue severa—. Créeme; no es algo que debas saber.

Zhou Luoyang renunció al interrogatorio. Supuso que era algo relacionado con las misiones pasadas de Du Jing. Según la información que mencionó, podía ser que alguien falleciera en un accidente a causa de él cuando realizaba uno de sus trabajos. Y esa tarea de alguna manera estuvo relacionada con el nuevo agente, quien investigó tenazmente. Se encontraron por coincidencia en la subasta, donde Sup reconoció a Du Jing, que había dejado la empresa hacía mucho tiempo... Ambos estuvieron actuando, sin dejar espacio para la negociación, lo que condujo al desafortunado suceso de anoche.

—¿Me prometes que no me estás mintiendo? —Zhou Luoyang miró al hombre con sospecha. «Esto es muy extraño. ¡¿Cómo alguien quiere matarlo?!».

—Nunca te he mentido. —respondió Du Jing. Aún así, levantó tres dedos y continuó—. Juro que nunca le mentiré a mi esposa Zhou Luoyang.

—Omite "mi esposa" —Se quejó—. Entonces creeré lo que acabas de decir.

Du Jing sonrió.

Qué extraño era para él sonreír.

Cada vez que Zhou Luoyang veía sus raros gestos, cualquier duda o enojo se esfumaban con el viento.

—Vámonos —habló el joven después de pensarlo durante un minuto—. No asistamos a la subasta. Debemos hacer todo lo posible para evitar a Sup.

—No —Du Jing miró el reloj—. Tenemos que cambiarnos e ir a desayunar. Conocerás a Chen Biaojin en el restaurante; de lo contrario, ¿cómo obtendremos su invitación para la investigación? Y por la tarde, tomarás el té con Satanovsky.

Tiandi Baiju: Caballo Blanco del Cielo y la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora