Capítulo 34

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Capítulo 34: Tengo un buen amigo que solía trabajar en Changyi,
y su apellido también es Zhou.

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PRESENTE.

—Cariño, ¿estás seguro que tu arma es falsa? —preguntó el mercenario.

—¿Quieres comprobar? —Zhou Luoyang le ofreció el objeto—. Estoy cien por ciento seguro que es un accesorio. Creo que es una pistola de agua.

—No se lo des. —intervino Du Jing.

«Se supone que yo soy el aguafiestas», pensó el turista. Pero el capitán indicó que no importaba.

—Dispara. —murmuró.

El estudiante de secundaria parecía muy infeliz. El joven apretó el gatillo, y en el momento en que lo hizo, una explosión ensordecedora resonó en la habitación.

El sacerdote y el botánico gritaron. El mercenario, que también estaba muy asustado, se quedó sin aliento. Incluso el propio Zhou Luoyang recibió el peor susto de todos. —¿Ustedes tenían que gritar? ¿Debían hacerlo? ¡Maldita sea!

Como había imaginado, el arma poseía alguna función de control remoto por infrarrojo, y en el instante que oprimió el gatillo, activó el efecto de sonido correspondiente: un disparo. El ruido fue tan inmensamente realista que el corazón de Zhou Luoyang casi se salió del pecho.

—Maldita sea... Mierda, eso fue... —resopló el mercenario.

El sacerdote casi se volvió loco del miedo. Cuando el capitán bajó, inmediatamente corrió hacia él para comprobar si estaba bien. Algunos seguían jadeando; sólo el profesor y Du Jing se encontraban tranquilos.

Después de un breve silencio, la música se reanudó a todo volumen.

—Se abrió el camino hacia el futuro. El tesoro apareció ante tus ojos, pero el derramamiento de sangre aún no termina. La única persona que consiga el tesoro obtendrá una recompensa nunca antes vista...

—Ya estoy muerto, ¿no? —dijo el capitán—. Probablemente no recibiré una parte.

El sacerdote le sonrió—: Te daré de la mía.

Zhou Luoyang puso el arma en el altar. —¿Aún seguimos en el juego?

—Quedan dos minutos —informó el profesor—. ¿Por qué no continuamos hasta que el tiempo termine? ¿Quién sigue? —Giró para mirar al guardaespaldas—. Necesitas vengar a tu camarada.

—Ustedes primero. Yo seré el último. —comentó Du Jing.

Los jugadores se miraron unos a otros y el sacerdote habló. —Bueno, entonces no hay nadie más. Todos pueden irse con sus vidas intactas.

—Alto. Necesito matar al profesor. Después que lo haga, los cuatro podemos salir con vida. —explicó el botánico.

—Eso no es bueno. Por orden de prioridad, el guardaespaldas primero debe eliminar al turista para vengar a su compañero, luego yo asesino al guardaespaldas y después el botánico me mata a mí. Al final, hermanos... hermana, sea cual sea la relación de sus personajes, ustedes dos se irán con vida. —dijo el profesor.

Zhou Luoyang no pudo evitar reír. Él estaba en lo correcto.

—Entonces acabemos con ello. El tiempo está a punto de terminar. —habló Du Jing.

Tiandi Baiju: Caballo Blanco del Cielo y la TierraOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz