Capítulo 45. Nosotros

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—¡Si!, ¡Si!¡No pares! - le pedí Victoria desesperada a su novio que no dejaba de embestirla, empujando su cuerpo contra le cristal de la bañera; eran las ocho de la mañana, y después de un bien merecido descanso, ambos habían ido a tomar una ducha juntos. Sin embargo, y como era normal, aquella actividad termino convirtiéndose en sexo bastante intenso bajo la regadera.

Franco estaba detrás de su novia, levantándole una pierna mientras la penetraba haciéndola soltar gritos y gemidos.
—Que rica... me encantas... ¡oh, amor! - decía el estrujando uno de sus pechos sin sacar su erección de la vagina de la joven.
Ella mantenía el ritmo que el moreno le marcaba, sintiendo que estallaría de placer en cualquier momento.
El pelinegro entonces la tomo de los muslos y la abrió de piernas, haciendo que ella tuviera que poner las palmas de sus manos sobre el cancel de la regadera para no caer, mientras su novio la levantaba para ponerla mejor sobre su erección.

"Es demasiado fuerte", pensó ella y Franco comenzó a penetrarla con más fuerza.

—¡AHHH!, ¡OHHH! - gritaba ella cada que su amante enterraba su grueso pene en su intimidad. La tenia bien agarrada de las caderas, y no para de deslizarse entre sus paredes vaginales, deleitándose cada que llegaba a un punto más profundo. Lo cual no fue difícil gracias a la fuerza que ejercía cada vez que baja el cuerpo de la joven sobre él.

—Yo... ¡AHHHHHHH! - grito ella finalmente cuando el miembro del pelinegro toco su punto G.
Franco siguió embistiéndola un poco más, hasta que también comenzó a expulsar su semen y con eso alcanzo el orgasmo.







—Te amo, princesa- dijo Franco un poco más recuperado, mientras tomaba a su novia y la besaba con deseo.
Seguían bajo el agua de la regadera, y su encuentro matutino se había alargado más de lo esperado.

Ella le correspondió tomándolo por la cabeza y pegándose a su cuerpo, amaba degustar los labios de su amante

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Ella le correspondió tomándolo por la cabeza y pegándose a su cuerpo, amaba degustar los labios de su amante. Siempre sabían bien, y él olía mucho mejor aún.
—Me gustas tanto... en verdad estoy muy enamorada de ti- externo ella y ambos siguieron consintiéndose mientras sus cuerpos mojados se tocaban con lujuria.
—No creo que me canse de escucharlo- respondió el y tomo la esponja enjabonada, para comenzar a tallar a su novia sin dejar de acariciarla en el proceso.
Ella soltó suspiros de vez en cuando, y también lo apremiaba con uno que otro beso.
Pasaron otros diez minutos para que por fin salieran de la ducha.


















Habían pasado dos meses desde el juicio de NeoTech. Pero Victoria ya recordaba eso como algo muy lejano; inmediatamente al siguiente día de que el jurado dio el fallo a Jaime, ella se presento en la oficina y firmo los papeles para el traspaso de su empresa.
No se encontró con su ex ese día, pero por fuentes externas se entero que estaba bastante destruido; las acciones de la compañía ahora no valían nada, si acaso cincuenta centavos de dólar. Ya nadie quería invertir en NeoTech, y la empresa estaba prácticamente en la quiebra. Jaime recibió decenas de demandas por parte de todos sus clientes, que ahora estaban furiosos porque el producto que contrataron eran obsoleto. Por supuesto, aquella rata de su ex no sabía prácticamente nada de tecnología o del mundo de los negocios, por lo que se podía deducir fácilmente que estaba en la ruina.

El mayordomo y la princesa de hieloWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu