—¿Esta segura que eso es lo quiere? - pregunto Franco mirándola de manera intensa, pero sin atreverse aún a tocarla —sabe que muero por estar con usted... ¿cree poder seguirme el ritmo? - esta vez la reto mientras comenzaba a acariciarle una pierna.
Ella sonrió y lo empujo contra la cama, obligándolo a recostarse sobre las almohadas.
—Yo siempre estoy segura de lo que quiero- le dejo en claro.
El pelinegro se estaba preparado para incorporarse y tomarla entre sus brazos, pero se llevó una sorpresa cuando, al contrario de lo que pensaba, la mujer sobre él llevo sus manos a la bragueta de su pantalón y comenzó a bajársela.
—Señorita Victoria, ¿Qué esta planea...
—Tranquilo. Tu solo disfruta- lo invito con una decidida mirada.El pelinegro hizo como la joven le pidió y se limitó a ver lo que hacía; de a poco bajo el cierre, hasta que libre de eso, comenzó a jalar el pantalón que llevaba puesto.
Con cada movimiento sus redondos pechos se movían de un lado al otro. No fue difícil que se le formara una erección ante tal manjar frente a sus ojos. Llevaba una prenda tan transparente, que sus pezones eran prácticamente visibles, cosa que solo lo hacía que querer probarlos con cada segundo que pasaba.
Pero le pidió que fuera paciente, se encargaría de la situación por ella misma.
Franco sonrió.¿Dónde quedo aquella tímida chica que se cohibía por pedirle solo un beso?
Supo que ya no existía, cuando le desabotono la camisa, para después quitársela y arrojarla al suelo.
—No sabes cuan caliente me pones solo con verte ... tan dispuesto para mi- le confeso la joven, y después paso sus dedos por las abdominales del moreno, acariciando su abdomen; haciendo que este se estremeciera.—Ya se lo dije antes... yo le pertenezco- declaro con total convicción.
Ella trato de ignorar la connotación de aquel comentario y le bajo también los bóxer, dejándolo completamente desnudo.Victoria se mordió un labio.
Franco pensó que se incorporaría sobre él y comenzarían con aquel delicioso acto. Pero fuera de todo lo imaginado, se puso de rodillas frente a él.
El moreno se sentó sobre el colchón, casi instintivamente; Victoria entonces tomo su erecto miembro entre sus manos y antes de hacer cualquier cosa, lo miro a los ojos.
A Franco le pareció la mujer más hermosa que había conocido en su vida.
—Tu ya me probaste... ahora me toca a mí- manifestó y acerco su boca al duro miembro; primero comenzó de a poco, pasándose la punta por los labios, como si estuviera acariciándolo con ellos.
El asistente de la chica sintió un estremecimiento en su zona baja.
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El mayordomo y la princesa de hielo
RomanceFranco había conseguido el trabajo de sus sueños: libertad, buenas prestaciones y un sueldo ridículamente alto. Todo le gustaba... incluida su hermosa jefa. Pero tenia prohibido enamorarse de ella. Incluso cuando su trabajo era satisfacerla fuera y...