Capítulo 34. Sombras

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Eran las 9 de la noche cuando Victoria llego a la casa.

Franco había estado llamándole pero ella no le contesto, le aparecía como apagado.
El alma le volvió al cuerpo cuando la joven entro a la residencia, pero se preocupó mucho cuando la vio con lágrimas en el rostro.
Iba como una fiera, caminando con rapidez y sus ojos estaban rojos, llenos de rabia.
—Victoria, ¿estás bien? - pregunto acercándose a ella, pero esta ni siquiera lo miro.
Se dirigió directo a las escaleras mientras Franco la seguía detrás.
—Espera, hablemos por favor...- no termino la frase porque la pelinegra cerró la puerta de su habitación tras ella. El moreno intento abrirla, pero le había echado el cerrojo.

Era evidente que no lo quería ver.

Dejo salir un suspiro.
Después volvió a la sala y se sentó en el sofá mientras la tv seguía prendida transmitiendo una película vieja.

Lo que le hicieron fue horrible; alguien distribuyo fotografías intimas de Victoria por toda la red. En ella se veía a la joven en ropa interior, y en una especialmente en toples.
Era de cuando tenía unos 18 años más o menos, ya algo viejo el material, pero de igual manera era ruin por parte del autor de ese acto.

Al menos estaba seguro de que no fue Wang, ya que nunca se mencionó lo de su contrato sexual con ella. Y el chino tampoco tenía ese material en sus manos.
Se hecho sobre el respaldo del sofá.

¿Qué debía hacer?

Apenas pasaron unos días maravillosos juntos, y todo se iba a la mierda por un idiota que decidió echarle a perder la vida a Victoria.
Parecía que no paraba de llegar problema tras problema, sin darles un respiro.
—¿Franco? - pregunto una voz femenina entrando a la casa.
—Danna, ¿Qué haces aquí- contesto sorprendido.
La rubia dejo su bolso sobre un mueble y se acercó a él.
—Vengo para ver como esta Victoria, ¿ya llego verdad? - pregunto sumamente alterada.
—Si, está en su habitación. Se encerró con llave, no quiere hablar conmigo- conto cabizbajo.
—No quiere hablar con nadie, querido- dijo sentándose a su lado — no me sorprende después de lo que acaba de pasar. En cuanto su ex salió de la oficina, y se subieron las fotos a internet, salió como bólido de ahí. Corrí tras ella, pero no la alcance, no se a donde fue todo ese tiempo- le explico meneando la cabeza.

—Espera... ¿dijiste su ex? - pregunto Franco confundido.

—Oh, sí. El malnacido se presentó hoy en la oficina, tuvo una corta pero aparentemente desastrosa charla con Victoria. No se los detalles, pero creo que es mucha casualidad que se liberaran esas fotografías después de que él salió de ahí- afirmo la rubia soltando su teoría.

Franco apretó los puños, y se tuvo que levantar para tratar de calmarse.

"Eres tú de nuevo maldito desgraciado... solo volviste para hacerle daño", pensó lleno de frustración.

—Victoria, ¿Dónde está mi hija? - pregunto la madre de la CEO entrando a la casa, seguida por su esposo.
—Buenas tardes, señores- saludo Danna, y Franco hizo lo mismo.
—¿Dónde está ella? – quiso saber la mujer mayor sumamente preocupada.
—Está en su habitación- respondió el moreno.
—Iré ahora mismo para allá- dijo la progenitora de la joven.

Esta subió de prisa por las escaleras mientras los asistentes y padre de Victoria la veían irse.

—No puedo creer lo que le hicieron a mi bebe- declaro el hombre mayor -mi bebé no le ha hecho daño a nadie... ¡cómo se atreven! Pero esto no se quedará así, llegaremos al fondo del asunto y no descansaremos hasta que se refundan en la cárcel. ¿Es que no se imaginan todo el mal que le hicieron a mi hija? - se llevó las manos al rostro, cubriéndose con ellas.
—Lo entiendo señor, no se preocupe. Asi será- lo consoló la rubia mientras Franco ardía de la ira.

El mayordomo y la princesa de hieloWo Geschichten leben. Entdecke jetzt