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Capítulo 3

La casa de la maestra Suspiria estaba en uno de los extremos más alejados de la ciudad. No le gustaba que la molestasen después de clases, pero de eso dependía mi calificación.

—Aquí vamos —dije tras tomar aire. Seren me siguió, pero apenas entramos a la propiedad, una barrera invisible la hizo retroceder un paso.

—Es el encantamiento —explicó ella después de tocar la barrera con los dedos—. No me deja entrar por ser un demonio de lujuria. Ve. Te espero aquí.

—No tardaré.

Me aclaré la garganta y llamé a la puerta. La voz de la maestra surgió por una bocina.

—¿Quién coño es?

—Yo. Leora Wolfmoon.

—Uhm... pasa.

La serpiente enredada en el picaporte cobró vida y se hizo a un lado para dejarme entrar. Pasé al interior de la casa y caminé hacia la sala. La única luz provenía de una chimenea encendida en cuyo fuego ardían huesos de monstruos. Las paredes estaban recubiertas de tejido óseo y la alfombra del piso se movía como si fuera el pelaje de un animal vivo.

—¿Qué quieres?

La maestra bajó por las escaleras y yo aparté la vista de ella. Estaba vestida con una transparente batita de seda que dejaba sus pechos a la vista. Debajo de la cintura llevaba una tanga de cuero. Bueno, era su casa. Ella tenía derecho de vestirse como quisiera.

—Le traigo una carta del director Arc.

—¿Del director? —le dio una probada a la bebida sangrienta que tenía en la mano y se sentó delante de mí. Cruzó las piernas y me arrebató la carta—. Veamos qué dice ese cabrón.

Abrió el sobre, y este lanzó un destello y flotó por encima de nuestras cabezas. Se consumió en llamas y sus cenizas crearon un pequeño remolino que tomó una forma.

—¡Hoooola! —Saludó Arc.

Y entonces entendí que la carta era un encantamiento de transporte. ¡Yo había llevado al director a la casa de Suspiria!

—¡¿Qué haces aquí?! —Preguntó la maestra, visiblemente indignada.

—Gracias, Leora. Sabía que podía confiar contigo.

—¿Sabías esto?

—¡No! —Respondí alzando las manos—. No tenía ni idea.

—¡Ay! —Exclamó la profesora—. ¡Sólo porque ya estás reprobada, sino te ponía un gran cero en la frente!

—Calma —dijo Vergax, asomándose de entre los pantalones del director. Tenía la lengua afuera y sus dos ojos nos miraban con curiosidad—. ¡No peleen! ¡Chupen! ¡Chupen! ¡El néctar sagrado que...!

—No tengo tiempo para esto —Suspiria invocó su arma sirviente y la agitó delante del director.

—¡Ahh! ¡Alto! —Gritó Arc. Yo me hice a un lado antes de ser víctima de su estúpida pelea—. Déjame explicar qué sucede.

—Habla antes de que te mandé al Primer Infierno.

Espantado, Vergax volvió a esconderse dentro de los pantalones del director. Este se sentó a mi lado y tomó aire antes de hablar.

—Le dije a Leora que trajera la carta porque tengo un tema que hablar contigo.

—¿Y qué es tan importante como para que te atrevas a venir aquí sin ser invitado?

[Terminado ]Lujuria Demoniaca [Lésbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora