85. Ojos del océano

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Frota sus manos, la textura rasposa y callosa que le genera incomodidad. Suspira echando atrás la cabeza, ve arriba. La superficie lejana, pero la gran cantidad de luz filtrada que ilumina el espacio que ocupa. Cierra los ojos, balanceando las piernas de atrás hacia adelante. Una ligera agitación en la corriente lo hace abrir los ojos y observar al frente.

Halla un hipocampo elegante que se detiene y quien lo monta se baja, de pie sobre una de las rocas que forma el camino hacia la vivienda de tamaño considerable. Da un par de palmadas al hipocampo y este se permite moverse libremente por doquier.

El recién llegado camina casi danzarín de roca en roca, la ropa de larga cola ondeando a cada movimiento, el cabello extenso que varía entre el rubio, turquesa y celeste por la luz que entra. Una sonrisita se forma en su rostro.

—Veo que estás aburrido, Taehyung. —comenta ligeramente burlón.

—Considero que es un buen estado últimamente—responde franco, frota sus manos de nuevo—. No han pasado ni tres meses desde que viniste—Abre el abanico de aspecto metálico y lo agita, oculta parte de su rostro—. ¿Necesitas algo de mí? —increpa con diversión ante la idea—. O tenías ganas de fastidiar algo, mi gran Anfitrite. —Concluye sarcástico y Jimin niega con la cabeza.

—Tengo mejores cosas en las que gastar mi tiempo, nunca has sido tan importante para mí—asegura Jimin tranquilo—. Tan solo me he dado cuenta de qué eres un pez betta—Ladea la cabeza—. Y sé por qué estás tranquilo, así que no pienso permitirte lo que piensas.

—Sí, viniste a torturarme. —Levanta de su asiento.

Baja del todo, anda por el jardín y campo de cosecha añadido. El hipocampo come algunas de las plantas que hay crecidas. Jimin lo ve de reojo. Taehyung luce más tosco y musculoso que hace mucho tiempo, la constante de frotar las manos ahora llenas de callos por manipular herramientas. Tener que sobrevivir solo.

Haber construido su casa prácticamente solo.

Tener que hacer crecer su comida él solo.

Tener que vivir totalmente solo a mitad de la nada...

—Los peces betta mueren de soledad, de inactividad. Las personas, quiero decir—dice Jimin avanzando, flota sin dificultad. Llega hasta Taehyung y se inclina a él, sus ojos brillando de color azul—. Y sé que eso es lo que estás pretendiendo ahora.

— ¿Qué más te da si es eso lo que quiero o no? —replica exasperado dejando caer los brazos, Jimin se ríe aun cubierto por el abanico.

—Ya hemos tenido esta conversación muchas veces.

—Aun no la entiendo. Eres un bicho raro.

— ¿Yo?

— ¡Por supuesto! ¡Eres la persona más rara que haya conocido! —recrimina Taehyung.

Jimin cierra el abanico, guardándolo de regreso. Extiende las manos, formando una burbuja brillante de luz. Condensándola hasta hacerla mutar su forma. Taehyung odia admitir que su manera de manipular la sustancia es hipnotizante. Los anillos de garra que cubren sus dedos, la forma en que los mueve y la forma acaba por ser un perro.

El animal cae grácil al suelo, sentado. Cobrando color negro y marrón; ojos grandes, lengua rosa y afuera. Su tamaño no supera el de una sandía. Su ladrido lleno de eco da la sensación de que el sonido está encapsulado en un cristal.

—Lo llamé Yeontan—informa tomándolo del suelo—. Te hará compañía. La suficiente para que no te sientas solo, pero jamás podrá amarte. Así que...

Taehyung intenta acariciarlo y solo consigue que la criatura lo muerda. Sacándole sangre. La herida cierra a los segundos. Rapidez imposible y provocada por este espacio que habita. Jimin se ríe como un niño, de aire travieso y pícaro. Yeontan salta de sus manos a caminar por el lugar. Taehyung frunce las cejas, lo ve ir por ahí.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora