80. Lugar al cual volver

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Estrellas que caen. Estrellas que se deslizan por el cielo. Perdiendo la noción de dónde están, de a dónde están yendo y estirando los brazos hacia el cielo del cual cayeron. Uno al que no van a volver. Entrando al agua sin remedio y hundiéndose hasta lo profundo en la misma. La luz que se extingue, muy lejana a más se acercan a tocar fondo.

Y cuando lo hacen no es otra cosa que estar ahí, con los ojos cerrados, permitiéndose arropar por la oscuridad que es la consciencia, que es estar vivo y de regreso a un mundo esperando por consumirte.

Un mundo que continuaría esperando, pues ellos se rehúsan a dejarse ganar.

. . .

Abre los ojos y le cuesta orientarse por unos instantes. Levanta de dónde está recostado, siendo un coral de textura suave y contextura esponjosa. Respira por la boca, está bajo el agua. Mira sus manos, hallando su anillo de matrimonio, algunos brazaletes de oro y piedras preciosas. Palpa su hombro, halla un broche que sostiene una capa negra sobre sus hombros. Un tank top abierto en su pecho.

Siendo cruzado con finas cadenas metálicas. Pantalones que acaban en botines de suela ancha. Palpa su rostro. Sintiéndolo como de costumbre. El cabello largo y sujeto con varios broches de oro.

— ¿Jimin? —balbucea Jungkook buscándolo. No lo ve en ningún lado. Baja de dónde está y flota por el coral, demora en encontrar señal. En una pequeña abertura lo encuentra acurrucado hasta el fondo, recubierto por un velo blanquecino. Jungkook sonríe leve y extiende la mano, retira la prenda—. Hey, es hora de levantarse. —dice suave.

Jimin abre los ojos con lentitud y Jungkook ensancha la sonrisa. Los pequeños ojos azules que se fijan en él con aturdimiento. Jimin toma la mano que se le ofrece y sale del agujero, la cabellera extensa que se agita por la débil corriente marina. Mira sus manos, hallando el anillo de matrimonio, otros tantos en forma de garra y brazaletes.

Los hombros descubiertos, mangas que se sujetan por cadenas en sus brazos y cierra en la muñeca. Pantalones negros que acaban en zapatos de tacón y la larga cola de estampado marino.

— ¿Estamos vivos de verdad? —cuestiona mareado.

—Sí. Logramos hacerlo—dice Jungkook—. Ahora debemos ir a la Atlántida. No tengo idea de dónde-

— ¿Um?

Jungkook giró la cabeza a la derecha con brusquedad, causando extrañeza en Jimin. Jungkook camina, él lo sigue sin entender qué le sucede. Tardan diez minutos solo caminando a la nada. Para Jimin, esto es como haber vuelto a su recorrido buscando a Jormungander. No hay señales de nada alrededor. Ni siquiera parece haber peces por aquí.

Llama su atención qué clavado en una roca, esté el tridente de brillo dorado. Jungkook se encamina a este y lo toma con una mano. No hay rechazo, quemadura o repelencia ninguna. Da un tirón al arma, sacándola dela roca y generando una suave onda. Jimin exhala, acercándose a él.

—Aquí es mío. —comenta Jungkook sujetándolo con fuerza y casi rencor a como casi lo mata.

— ¿Te vas a tomar rencor a un pedazo de metal? —ríe débil.

—Sí, nada me detendrá. —Niega con la cabeza y ve al frente.

—Tenemos que ir rápido. Hay algo pasando. Es una especie mal presentimiento ¿Lo sientes tú? —Cruza los brazos y Jungkook asiente de acuerdo. Jungkook se percata de algo. Aparta el cabello de Jimin y se fija en la pequeña marca en su frente.

—Pensé que solo la tendrías allá—Frota la piel, sin poder quitar la coloración aguamarina de esa marca—. Tal vez signifique algo, aunque no se me ocurre qué...—Jimin hace puchero—. Bien, irnos a la Atlántida... Eso es fácil.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora