Capítulo 2; Moretones y flores.

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—Descuida, cariño, ven conmigo a la cocina —le comentó la pelirroja mientras caminaban hacia allá—, ¿y bien? ¿Cómo está Shikamaru? 

—Está bien aunque un poco cansado —comentó, recordando como bostezaba a cada rato. Si bien era algo normal en el flojo de su amigo, parecía que no había estado durmiendo bien últimamente—, supongo que es normal considerando su trabajo, tiene horarios muy complejos a veces. No lo sé —suspiró, su madre le indicó que se sentara en una de las sillas del comedor y éste lo hizo sin rechistar.

—Ya veo, seguramente no está durmiendo bien —Kushina suspiró, mientras buscaba algo en los cajones de la cocina—, no es fácil ser policía y vivir solo, Naruto —se detuvo un momento con las manos sobre la cintura, pensativa—. Especialmente la parte de vivir solo —apuntó un cajón. 

—Sí, es una lástima que no tenga alguien que le ayude en casa —el rubio apoyó su mentón en su mano y bufó, sin seguridad de porque le molestó la idea de que alguien viviera con el pelinegro, o más bien, alguien más.

Kushina le miró de reojo por un momento y se guardó la sonrisa para sí misma, gritando de euforia cuando encontró lo que buscaba, lo sacó y enseguida lo apuntó hacia Naruto, quien ladeó la cabeza confundido. La Uzumaki tenía una sonrisa de diez en el rostro.  

—¿Una batidora de mano?  —no entendía—. No entiendo —de verdad. La pelirroja rodó los ojos y apuntó el moretón en su cuello como si fuera obvio, de nuevo, Naruto no entendía.

—Toma esto y con la punta hacia el moretón, hará que circule la sangre más rápido y al cabo de cinco minutos desaparecerá —le explicó con tranquilidad—, te traeré un espejo, espera aquí.

Naruto se quedó mirando en silencio la batidora de mano por un momento sin entender. ¿Cómo una batidora de mano le ayudaría? Es que, aunque le hubiera explicado, no lo creía. Todavía no entendía que había sucedido esa noche y su madre no estaba ayudándole a descubrirlo. Suspiró.

No es como que no entendiera, no era la primera vez que Shikamaru y él... se entretenían. Ya lo había dicho antes, fue su primer amor y aunque las cosas no hubieran funcionado antes, le aterraba la posibilidad de que esa noche no significara nada y de nuevo no funcionara nada. Antes de que pudiera dar rienda suelta a su destructiva imaginación, su madre volvió con un espejo mediano y se lo puso en frente, mostrándole el movimiento que debía hacer. Al cabo de dos minutos su piel comenzó a tornarse roja. 

—¿Esto es normal?

—Sí, sigue, sigue —Kushina se sentó frente a él con los ojos entrecerrados. 

—Bien —Naruto continuó, notando a medida que iban pasando los minutos que iba desapareciendo—. Vaya —parpadeó, luego de cinco minutos no tenía nada, como había dicho su mamá—. ¿No es esto genial? Mamá, eres una genio —la miró y ésta sonrió de lado. 

—Escucha, Naru, aún eres joven... 

—Okay —él carraspeó y cerró los ojos—, uh, ya tuvimos esta conversación antes-ttebayo. ¿En serio hay necesidad de volverla a tener? Te prometo que no sucede nada, solo fue un moretón.

—¿Seguro? —oh, ahí estaban los ojos juzgadores de Kushina Uzumaki sobre él de nuevo. Naruto tragó y solo movió la cabeza afirmativamente un par de veces. Ella arqueó la ceja y suspiró.

—Y-yo...

—Okay, okay —Kushina no pensaba presionarlo—, solo espero que algún día tengas la confianza de decírmelo. Por ahora, cambiando de tema, ¿qué castigo debería ponerte? —se puso pensativa. Ah, obviamente no desaprovecharía la oportunidad para castigarle.

INSOMNIA.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ