Capítulo 1; Parques y juegos.

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—Déjame ver si entendí esto bien —Yoshino Nara estaba sentada en frente de él con una mueca de gracia en su rostro—. Nuestro hijo se despertó antes de las cinco de la mañana...

—Sí, sí —afirmó, su esposo no le creía. Bueno, claro que nadie creería que el perezoso de su hijo se levantaría temprano sino fuera por trabajo, que tampoco era que le echara mucha gana a ello. Lo sabía bien, Shikamaru siempre fue flojo para todo, pero siempre hubo una excepción. 

—Para ir a ver a un muchacho en el parque y dejó sus cosas aquí por accidente pero no va a volver pronto —continuó Shukaku, bostezando y ladeando la cabeza. Yoshino asintió.

—Ajá —la excepción a la regla tenía nombre, apellidos y un flamante cabello dorado.

—Y dices que el chico con el que lo viste no era nada más ni nada menos que Naruto —prosiguió ella. Shikaku Nara, su esposo, analizó la información por un momento y luego asintió, suspirando profundamente—. Va, es muy obvio lo que está sucediendo aquí, ¿no crees?

—¿Que nuestro hijo es un acosador? —arqueó la ceja. 

—Bueno sí, pero no era eso a lo que me refería —Yoshino rodó los ojos mientras lo escuchaba atenta a lo que pensaba su esposo—, es obvio que la persona de la que está enamorado nuestro hijo... Es Naruto.

Yoshino fingió sorpresa. 

—Ya lo sabías, ¿verdad?

—Cariño, no sé si notaste que todas sus parejas son rubias de ojos claros —comentó, alzando las cejas—. Incluidos Akira, Kenji y Hiroshi. Es obvio que su afición a Naruto hizo que creyera que era su tipo, pero no dura con ninguno porque ninguno es Naruto —esta vez fue el turno de Yoshino de bostezar. 

—Ah... Bueno, sí, tiene sentido —alzó los hombros. Aunque le interesara la vida de su hijo, no es como si se pusiera a analizar las parejas que había tenido con el pasar de los años, ni siquiera podía recordar el nombre de su última pareja—. ¿Entonces...?

—Cariño... ¿Cómo es que tú eres el más inteligente de la familia? —A Yoshino le tembló la ceja. 

Qué miedo, Shukaku suspiró.

—¿Estás sugiriéndome algo? ¿Qué quieres que haga, que le de la charla de nuevo? —arrugó la nariz—. ¿Recuerdas lo mal que salió la última vez? ¿Cómo se supone que explicas a tu hijo algo sobre su sexualidad si nisiquiera sabes cuál es? Tsk.

—Ahora ya lo sabes, seguro que es más fácil... Y podrías tocar el tema del matrimonio, no quiero un hijo que tras de vago no sea capaz de comprometerse de verdad —afirmó la pelinegra, bufando.

—¿Matrimonio? Pero si en Japón no es legal, ¿qué esperas? 

—Pueden casarse en este país —le restó importancia—, tu hijo debería entender que el amor es importante. Necesita alguien que lo apoye, además su carrera es peligrosa, no podemos esperar que muera solo. 

—Estás l-

—A ver, termina la oración y vemos cómo te va —le retó la Nara. 

—N-nada, nada —Pft, las mujeres sí que daban miedo. 

Shukaku suspiró, mirando en dirección al cuarto que solía ser de su hijo antes de independizarse. Sabía que tarde o temprano tendría que hablar al respecto con él, pero luego de lo que había sucedido la última vez con Naruto, no estaba seguro si era hora todavía. ¿No podría retrasarlo más? ¿Y si Naruto todavía no era lo suficiente maduro? ¿Le rompería de nuevo el corazón?

INSOMNIA.Where stories live. Discover now