Capítulo 39.

20.4K 1.8K 385
                                    

Danna.

Fueron los días más largo de mi vida, cuarenta días las gemelas estuvieron en neonatología y por ende era limitado las horas que podíamos estar con ellas.
Cuando las conocí me enamoré perdidamente de ellas, eran tan pequeñas y cabían tan bien en el centro de mi corazón, Gauss me había mostrado lo que las enfermeras le enseñaron sobre como estimular su desarrollo cuando las apoyaba sobre mi pecho, lo hice, pero verlo a él hacer lo mismo no solo me dejaba sin aliento a mí sino que todas las enfermeras del área miraban con disimulo al sexy hombre lleno de tatuajes que cargaba a una pequeña bebé con una gran sonrisa.
Una imagen demasiado sexy que ninguna mujer podía dejar pasar desapercibida y vaya que me sentía un poco posesiva porque sabía que ese hombre es mío, solo tenía ojos para nosotras tres y nada más.

— ¿Lista para irnos? — su voz me vuelve a la realidad.

— ¿Listo para las pocas horas de sueño? — bromeo mientras me estrecha entre sus brazos.

— Valdrá cada segundo — afirma dejando un suave beso en mis labios.

El Gauss que me amaba y cuidaba como lo hacía, no se parecía en nada al arrogante hombre que había conocido hace más de un año atrás, ese que una vez se había enojado porque le derramé una copa de champagne en su camisa de diseñador o porque Lucia invadía su privacidad. No había rastros de ese hombre si no de una versión mejorada que me tenía completamente enamorada y a su merced.
Toda mi vida anhelaba un hombre que me amará, tuve tantas malas experiencias en el amor que está que estaba viviendo parecía tan irreal porque él no era un hombre normal sino un mafioso con gustos sexuales diferente.

— ¿Estás dispuesto a ceder el control a estas dos? — le pregunto divertida usando su frase tan característica.

Su sonrisa se agranda y se acerca a dónde están nuestras hijas. — Los Sokolov somos controladores por naturaleza así que será un gran desafío — acota tomando las pequeñas manitos de las gemelas.

— Son muy hermosas e igualitas a tí — murmuro al recostar mi cabeza sobre su hombro y miramos a nuestras princesas.

— Amo a mis chicas — dice feliz y me mira. — A tí también — agrega provocando que mi corazón quiera salir de mi pecho.

— Y yo a ti, rusito arrogante — declaro tocando su mejilla.

Este hombre había cambiado mi vida por completo, creo que  ambos cambiamos en este proceso en que nos conocimos porque si que lo hicimos todo al revés. Después de todo le debía agradecer varias cosas a Dieter, primero por darme a esos niños que son mi todo y luego con sus amenazas me llevó a tomar decisiones apresuradas, aceptar propuestas indecentes que llevaron a conocer un lado del sexo que no tenía idea y de esa incursión al infierno perdimos el control creando a estas dos niñas que unieron a los Poissón y Sokolov en una gran familia con mucho amor.

— ¿Hola? — dice una voz mientras van abriendo la puerta.

— ¡Maddie! — exclamó al acercarme para abrazar a mi amiga.

— Danna, Gauss — saluda Owen con esa seriedad que es tan típica de él.

— ¡Cómo te extrañé! — dice mi amiga sin soltarme de sus brazos. — Felicidades por esas hermosas niñas — agrega con una gran sonrisa.

¿Qué hubiera sido de mi vida sin ella y su fundación?

Cuando estaba en el peor de mis momentos me tendió su mano cuando más necesitaba, sin importarle que tan perra me comporté con ella. Maddie fue mi ángel guardián y gracias a las miles de oportunidades que me dió puede salir gracias a su fé hacía mí, pude tener mi redención después de todo el mal que les hice.

Redimirse (2° SAP) Where stories live. Discover now