Capítulo 27.

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Danna.

Se me era difícil no sentirme impaciente mientras esperaba la llegada de Gauss. Se había ausentado ocho días de esta casa porque fue a ver a su hijo, el niño no tenía idea de nada y quería contarle la noticia que tendría dos hermanas en pocos meses. Estos días que estuvo conmigo nos hicimos un poco más cercanos, comunicativos porque después de todos los malentendidos debíamos llevarnos bien para juntos tirar de la misma cuerda en la crianza de nuestras futuras hijas.
Mis hijos llevaban una vida simple, una normal de una madre que tiene dos trabajos para mantenerlos, no nos faltaba nada, pero a veces no podíamos darnos ciertos lujos, todo es diferente con el hijo de Gauss, Ignati tiene todo lo que quiere, tanto él o sus tíos lo consienten de más, tiene la vida de un niño rico que nada le falta y se que las gemelas serán iguales.

¿Cómo haré para que mis cuatro hijos no sientan diferencias entre ellos?

Por lo menos en esta casa, el hermano de Gauss había tenido la gentileza de llenar una habitación completa con juguetes para Lucía y juegos de videos para Hunter, ellos estaban contentos de más al ver todo lo hay dentro de ese cuarto.

— ¿Cómo estás hoy? — me pregunta Melany entrando a mi habitación.

Ella y su mamá que es obstetra cuidan de mi embarazo, debo reconocer que la juzgue muy mal, pero me había demostrado su profesionalismo.

— Estoy bien — contesto suspirando.

Tenía la clara indicación que debía hacer reposo lo más que pueda y por eso de las veinticuatro horas del día mínimo dieciocho las pasaba en esta cama, sintiéndome una inútil, pero si quería cuidar a las gemelas de un parto demasiado prematuro no había opciones que respetar todo lo que me pedían.

— ¿Quieres ir al jardín? — consulta luego de controlar mi presión arterial y mi glucemia.

— La verdad sí, necesito un poco de aire puro — acoto levantándome de la cama.

Melany me ayuda a cambiarme de ropa, esto de ser dependiente de otra persona no me gustaba para nada, pero como lo dije hasta el mínimo esfuerzo debía evitar.

— ¿Mis hijos? — le pregunto.

— Se levantaron, tomaron su desayuno y hoy arrancaron sus clases para que no pierdan el año escolar — me cuenta tomándome por sorpresa.

— No sabía nada de esto — acoto mientras vamos bajando las escaleras.

— Hunter le pidió a Gauss si podían ir al colegio y por eso contrato a varios profesoras para que les enseñe, hasta aprenderán ruso para que puedan desenvolverse mejor en este país — comenta dejándome más sorprendida de lo que ya estaba.

— No sabía nada — murmuro.

— Gauss es así, lo hace todo sin preguntar — acota riendo.

Ambas nos sentamos en el jardín, no tardan en poner de todo sobre la mesa y mis antojos no tardan en salir viendo esas hermosas fresas.

— ¿Tú y Gauss, tiene algo? — pregunto cortando el silencio.

Ella se ríe. — Somos muy buenos amigos, tuvimos sexo, pero eso fue antes de tí, parte de nuestro loco pasado — responde con sinceridad.

— ¿Te llevó al infierno? —

— Yo soy parte del infierno, Danna. Amo ese lugar, el club de las siete puertas que hay en Chicago y el club de las catorce puertas que hay en Moscú me fascina ...

— ¿Catorce puertas? — pregunto con curiosidad.

— Tú eres con la que perdió el control — dice mientras agranda su sonrisa.

Redimirse (2° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora